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Año de Francia y Colombia (II)

Hablaba de Francia y Colombia la semana pasada, y claro, quedó el tintero lleno de cosas vividas entre los dos países.

18 de abril de 2017 Por: Santiago Gamboa

Hablaba de Francia y Colombia la semana pasada, y claro, quedó el tintero lleno de cosas vividas entre los dos países. Una de las más importantes ocurrió en el número 7 de la rue Pigalle, en París, en el segundo piso, donde vivió casi un año el poeta José Asunción Silva, de diciembre de 1885 a noviembre de 1886. Silva jugó a ser un dandy en la capital francesa, conoció a Mallarmé y a Huysmans y fue retratado nada menos que por Nadar, que era como el Daniel Mordzinski del Siglo XIX. Y otro lugar muy destacable: en la rue de Cujas, barrio latino de París, está el hotel donde García Márquez vivió un año, en 1956, gracias a la generosidad de su dueña, que le permitió quedarse sin pagar en una buhardilla, pues el diario El Espectador fue cerrado por Rojas Pinilla y el sueldo de su corresponsal se interrumpió. Hoy el hotel tiene otro nombre, pero el lugar sigue siendo una visita obligada. Hay una placa recordando que ahí escribió El coronel no tiene quién le escriba.

Algo similar le ocurrió al periódico El Tiempo, cerrado en agosto de 1955, y su director, el expresidente Eduardo Santos, salió al exilio a París. Lo que es menos conocido es que allá fue recibido nada menos que por Albert Camus, quien le dio la bienvenida con un discurso sobre la libertad de prensa. Y a partir de ese momento fueron amigos, como testimonia un nutrido cruce de cartas entre ambos que puede encontrarse en las Obras Completas de Camus.

Hay otro dato poco conocido y que supe por asuntos familiares, y es que en torno al año de 1865 el así llamado Estado Soberano del Tolima, creado por don Tomás Cipriano de Mosquera, le declaró la guerra a la Francia de Napoleón III en protesta por el destierro y acoso a Víctor Hugo, quien fue a Bruselas y luego a la isla de Jersey, en Inglaterra. Ignoro si Francia llegó a enterarse de esta insólita declaratoria, y puede incluso que siga vigente. Lo que me gusta y le da un toque romántico, claro, es la idea de un lejano país solidarizándose con un novelista en contra del poder de una nación que, en esos años, estaba entre las más poderosas y conquistadoras del mundo.

Entre los muchos escritores colombianos que vivieron en París me gusta destacar a Eduardo Caballero Calderón, padre del columnista Antonio Caballero. De las experiencias de su primera estadía nació la novela El buen salvaje, que obtuvo el premio Nadal en 1966. También Marvel Moreno, que llegó a vivir a París en 1970 y allá murió, en 1995, con apenas 56 años. Escribió prácticamente su obra en Francia, y sobre todo En diciembre llegaban las brisas (1989). Marvel Moreno llegó a principios de los años 70 con su marido de entonces, el también escritor Plinio Apuleyo Mendoza, otro asiduo de la capital francesa, y que siendo diplomático en París escribió su gran novela Años de Fuga, en 1979, y la extraordinaria entrevista a García Márquez, El olor de la guayaba. A esto podemos sumar la larguísima relación de Fernando Botero con París, hoy a través de su bello estudio de la rue Dragon.

Es menos frecuente, claro, que un escritor francés viva en Colombia. Pero ha habido casos. El más conocido es Jean Marie Gustave Le Clezio, premio Nobel de Literatura en 2008, quien pasó temporadas en Colombia en los años 70, en la zona del Tapón del Darién, con los indios emberas. En fin: dos países y una larga tradición.

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