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El colegio que quemaron renace

El colegio también le ha permitido a los muchachos, la mayoría estrato uno y dos, encontrar su propósito de vida y soñar en grande.

30 de mayo de 2021 Por: Santiago Cruz Hoyos

En el colegio Calipso de Comfandi, el mismo que quemaron y saquearon en una noche de horror durante las protestas del Paro Nacional, estudian 1020 niños y jóvenes de entre 4 y 17 años. La mayoría, me dice el rector, el profe Alveiro Velasco, son muchachos de las comunas 12, 13, 14, 15 y 21: el oriente de Cali. Hijos de trabajadores que devengan entre uno y dos salarios mínimos, por lo que el estudio es subsidiado.

El colegio fue fundado en 1990. Al principio solo era posible cursar la primaria. En 2009, después de que la comunidad de Calipso solicitara que se abriera el bachillerato para que sus hijos no tuvieran que desplazarse lejos, comenzó la ampliación. En 2015 se graduó la primera promoción de bachilleres, y en este 2021, pese a los saqueos y el fuego, se graduará la sexta.

Cuando se abrió el bachillerato, el proyecto incluía una planta física renovada, y elegir un énfasis. Lo consultaron con los padres de familia, y entre todos decidieron que la especialidad debía ser informática. Los egresados tienen la opción de graduarse con doble titulación: Técnico en Sistemas, Diseño y Producción de Software, y gracias a un convenio con el Sena reciben el título de técnico ocupacional en la misma especialidad.
Como en 2009 apenas existía una sala de informática, el siguiente paso fue adquirir más y mejores equipos. Se inauguró una sala móvil, con portátiles. Otra para enseñar ciencias, matemáticas y tecnología, a través de la programación robótica. Los niños, desde los 4 años, se familiarizan con los lenguajes de programación. Como si fuera lo más natural que un niño pudiera programar robots, un asunto que era exclusivo de universitarios avanzados e ingenieros. “En el colegio se aprovechan las competencias del pensamiento computacional para aprender otras áreas”, explica el profe Alveiro.

Los que saquearon e incendiaron el colegio tal vez no tenían ni idea que con esos equipos que se robaron, con los computadores, las tablets, las impresoras 3D, los robots, los estudiantes de Calipso hacían videojuegos con fines educativos. Para la Registraduría, por ejemplo, diseñaron videojuegos para promocionar la cultura democrática entre los jóvenes; que comprendieran la importancia de votar.

Los saqueadores tampoco tenían idea que los estudiantes de Calipso le han dado triunfos y reconocimientos a Cali. Ganaron el Concurso Internacional de Robótica de la U. Santiago; el primer puesto a mejor videojuego en el Intercolegiado Jávatar, de la Javeriana; crearon un software con realidad virtual para sistemas de vacunación de niños.

El colegio también le ha permitido a los muchachos, la mayoría estrato uno y dos, encontrar su propósito de vida y soñar en grande. David Parra, quien estudió en Calipso desde el jardín, cursa ingeniería de sistemas en la Icesi. Fue en el colegio donde encontró su vocación. Asistía a ‘los clubes’, unos espacios alternos a las clases donde los estudiantes profundizan sus conocimientos en informática, y se sentía en lo suyo, pez en el agua. “Me veo en unos años como un gran desarrollador de Google, o Amazon”.

Esteban Marini Viteri es del grado 11, y en Calipso estudia desde transición. Él también encontró su talento gracias al colegio. Quiere ser ingeniero de sistemas. Esteban hace parte de un grupo de alumnos de último grado que acordaron ayudar a reconstruir la institución. Lo mismo sucede con los profesores. La profe Gloria Rocío Vallejos explica que por ahora las clases son virtuales, así que es cierto que Calipso va mucho más del edificio, de lo que se robaron, así pocos colegios en Cali tuvieran una dotación tecnológica como aquella. Continuar con las clases, dice la profe, es el primer paso para renacer. También conjurar la rabia.

Los profesores conversan con los estudiantes y padres de familia, apoyados con psicólogos, para que saquen el dolor, la tristeza, ese enojo que les dejó la noticia del incendio, y reemplazar ese sentimiento por la alegría de ver de nuevo a Calipso en pie. La rabia acumulada, dice la profe Gloria, explica mucho de lo que está pasando en Cali, y por ello es necesario que los muchachos sanen.

Fernando Díaz, el gerente de educación de Comfandi, habla de los esfuerzos para reconstruir el colegio, con la ayuda de aliados. Pero más allá de las inversiones, los montos, lo urgente es repensarnos como sociedad, dice. Quemar un colegio es trascender cualquier límite; atentar sin ninguna lógica contra lo más preciado, el derecho de educarnos para tener mejores oportunidades.

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