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Crecimiento, distribución e impuestos

El mecanismo más efectivo para distribuir el ingreso es con impuestos progresivos...

11 de mayo de 2014 Por: Rudolf Hommes

El mecanismo más efectivo para distribuir el ingreso es con impuestos progresivos y gasto público eficiente y focalizado. Con los niveles de concentración del ingreso que existen en Colombia, es válido por lo menos analizar esto como podría llevarse a cabo. El principal argumento que se ofrece en contra de ello es que mayores impuestos, en general, y en especial los impuestos al capital inhiben la inversión y reducen el crecimiento. Los impuestos al capital reducen la rentabilidad de las inversiones. Por esa razón se afirma que pueden afectar negativamente la inversión. Pero además del costo de capital, la demanda juega un papel esencial en las decisiones de inversión. Por otra parte, el análisis anterior no incluye el del gasto que se financia con los impuestos recaudados. Si estos se destinan a reducir el déficit fiscal, por ejemplo, entonces pueden hacer que bajen las tasas de interés y también la demanda agregada. Si se usan para financiar el programa de inversión del gobierno en infraestructura (4G), la reforma educativa, o para fortalecer el sistema de salud, muy probablemente tengan un efecto positivo sobre la inversión y el crecimiento porque aumentan la productividad del capital, la del trabajo, y la inversión pública. Consideraciones como las del ejemplo del párrafo anterior es lo que ha llevado a los economistas de Fondo Monetario Internacional y la OECD, entre otros, a cuestionar en forma muy prudente y por ahora muy tentativa lo que en esas instituciones y entre economistas ortodoxos se consideraban reglas inamovibles: En primer lugar, la posición tradicional oficial de estas instituciones era apostarle a la austeridad, que era lo más seguro. Por eso el FMI, como lo hace el gobierno alemán, ponía todo su empeño en predicar equilibrio fiscal. En segundo lugar, no hacían diferencia entre el gasto que promueve crecimiento y el resto del gasto, ni tampoco tenían en cuenta que el gasto que promueve mayor igualdad puede tener efectos positivos sobre el crecimiento económico (Jonathan D. Ostry, Andrew Berg, and Charalambos G. Tsangarides, Redistribution, Inequality, and Growth, IMF Discussion Note, February 2014). Este es un cambio fundamental en la manera de pensar de estas instituciones, no solamente porque ponen en duda la aplicación indiscriminada de programas de austeridad sino porque también dicen que si los impuestos recaudados financian gasto que promueve la productividad o mejora la igualdad, el efecto de este gasto sobre el crecimiento y la inversión muy posiblemente es positivo. Que el economista principal de FMI y su equipo de colaboradores con la “bendición” de la institución estén diciendo esto en público es un cambio de doctrina. Equivale en otro contexto a que un grupo de cardenales le hubieran dicho al Papa que “quién es él para juzgar” que el aborto es admisible en cualquier caso y el Papa les hubiera dado permiso de hacer la pregunta públicamente. Hace falta incorporar a esta nueva doctrina que usar los impuestos para financiar políticos, para alimentar la corrupción o para seguir pagando por la ineficiencia, la incapacidad y el desperdicio del estado tiene efectos desastrosos.