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Un esperpento

Lo mejor que le puede pasar al país es que al gobierno de Duque le vaya bien y saque adelante iniciativas tan importantes como la del combate a la corrupción, superar la polarización, unir a los colombianos...

21 de diciembre de 2018 Por: Ricardo Villaveces

Lo mejor que le puede pasar al país es que al gobierno de Duque le vaya bien y saque adelante iniciativas tan importantes como la del combate a la corrupción, superar la polarización, unir a los colombianos y dejar atrás las perversas prácticas del clientelismo y la ‘mermelada’. Fortalecer las finanzas públicas, reformar la política y el sistema de justicia, mejorar el acceso a internet son propósitos deseables que pueden contribuir significativamente al progreso nacional.

Lamentablemente, los resultados, hasta ahora, dejan mucho que desear. Mucho tiene que ver con el inmenso reto de tener como interlocutor un Congreso mal acostumbrado a prácticas nefastas y, aunque hay congresistas muy valiosos, la presencia de algunos que tratan de chantajear a un gobierno que se ha negado a sus pretensiones son causa de innumerables tropiezos en sus propuestas legislativas.

No menos perjudicial ha sido que el partido de gobierno siga actuando como oposición y un gabinete bueno técnicamente pero débil para los pulsos políticos contribuyen a los pobres resultados alcanzados. Se cayó la reforma de la justicia, a la reforma política le quitaron, por el momento, lo esencial que es la eliminación de las listas abiertas, tuvieron que retirar el proyecto de modernización de las comunicaciones y terminaron con una ley de financiamiento que es, hasta donde se conoce, un verdadero esperpento.

¿Qué sentido puede tener empeñarse en sacar una ley que, de entrada, crea una situación de faltantes a partir de 2020 o, en el mejor de los casos, en el 2021? ¿Qué estabilidad jurídica se puede esperar cuando es evidente que es necesario presentar un nuevo proyecto de reforma tributaria a más tardar en 2020?

Puede ser cierto que a las grandes empresas y, especialmente, a las que se encuentran inscritas en bolsa las cosas les mejoraron, pero en aquellas de carácter familiar, que son la gran mayoría en el país, ¿será que funciona el estímulo a la inversión cuando a los accionistas les gravan de manera significativa el patrimonio y los dividendos?

Y a propósito del impuesto al patrimonio a las personas naturales, es poco probable que a los verdaderos ricos los afecte mucho pues sus propiedades probablemente están en cabeza de sociedades, fideicomisos, etc., en cambio el que ha venido formando un patrimonio y ha venido cumpliendo con la obligación de declarar sus activos tiene el riesgo de verse afectado severamente.

De nuevo son los empleados formales los que soportarán el golpe y la coladera de excepciones que en vez de disminuir, aumentan, y genera aún más caos del que ya tiene el mamotreto tributario.

Completamente equivocado y peligroso el impuesto adicional al sector financiero. Las decisiones discrecionales de este tipo pueden ser populares pues este sector no se distingue por su buena imagen, pero es un precedente funesto. En la próxima reforma podrán ser los textiles, la metalmecánica o amenazar a algún sector de la economía naranja para presionar al Presidente.

Entendible el afán de pasar la ley para reducir los riesgos frente a las calificadoras pero poco probable que estas queden satisfechas con lo que está saliendo del Congreso.