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Sorpresa en el agro

Con una decisión bastante sorpresiva el Presidente designó como Ministro de Agricultura a alguien que no estaba en el radar de ningún observador del sector y cuyos antecedentes no permitían asociarlo con este cargo.

13 de octubre de 2017 Por: Ricardo Villaveces

Con una decisión bastante sorpresiva el Presidente designó como Ministro de Agricultura a alguien que no estaba en el radar de ningún observador del sector y cuyos antecedentes no permitían asociarlo con este cargo.

Sin duda, se trató de un nombramiento con un alto contenido político en un escenario en el que Santos, al parecer, no quiere correr riesgos en el Congreso para la aprobación de lo que considera el legado de su gobierno como es el proceso de paz. Con esta decisión seguramente consolida el apoyo de congresistas que en estos tiempos de ‘política dinámica’ resulta necesario cuando cada vez son más los que quieren marcar distancias con un gobierno que está de salida y que cuenta con una popularidad muy baja.

Ojalá el Dr. Zuluaga sea una de esas sorpresas positivas que de tanto en tanto aparecen en los cargos públicos pues el agro y la ruralidad son temas muy serios para que queden en manos de personas que no den al tema la conducción que se requiere.

Inmerso el país en tantos problemas y frente a asuntos tan relevantes y complejos como las reformas que requiere la Justicia, el combate contra la corrupción, la consolidación del proceso de paz y el manejo del posconflicto, por no hablar de los retos mayúsculos que se vislumbran en el frente fiscal, se corre el riesgo de que las urgencias del agro, que son importantes no solamente para el sector rural sino para toda Colombia, queden perdidos en la maraña de frentes por atender.

Como bien lo mencionó el Presidente de la SAC en un comunicado de prensa con ocasión de la llegada del Dr. Zuluaga, ya es hora de que el campo colombiano cuente con una verdadera seguridad jurídica para el desarrollo de su gran potencial de desarrollo. De igual manera la parafiscalidad, que tan importante ha sido para sostener un sector que tuvo que afrontar los peores momentos de la inseguridad, la revaluación y dificultades de todo tipo, vuelva a ser reconocida como un elemento muy valioso para el agro y se le fortalezca y mejore antes que seguir debilitándola con ese fuego cruzado que desde hace algún tiempo se viene registrando.

Sin duda la institucionalidad del campo requiere cambios de fondo para responder adecuadamente a los grandes retos que supone el desarrollo de un potencial que por décadas estuvo limitado por el conflicto. Con un gobierno terminando y con otras prioridades en la agenda gubernamental es irreal pensar que estos cambios se vayan a realizar a estas horas. Pero lo que sí se espera del nuevo ministro es que no vaya a politizar más el debilitado aparato institucional y privilegie lo técnico por encima de otras consideraciones.

Asimismo, es fundamental seguir impulsando el esfuerzo de empresarizar el campo y aquí caben tanto los grandes como los pequeños. No es con subsidios, sino con bienes públicos, con seguridad jurídica, con instituciones efectivas que podrá crecer una actividad que contribuya al desarrollo y a la creación de una clase media rural que le dé solidez al agro colombiano.