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Les quedó grande

Acostumbrados a mirar al mundo industrializado como el punto de referencia en...

13 de agosto de 2011 Por: Ricardo Villaveces

Acostumbrados a mirar al mundo industrializado como el punto de referencia en el proceso de desarrollo, no deja de sorprender como es mucho lo que hoy tendríamos que enseñarles a los dirigentes de esos países desde el llamado Tercer Mundo. El caso más patético, sin duda, es el de los Estados Unidos. No tienen los problemas de gobernabilidad de Europa ni las diferencias étnicas, religiosas y culturales que hacen tan complejo el tomar decisiones colectivas a esa región del mundo. Por el contrario, estarían llamados a ser la potencia unipolar con capacidad de tomar decisiones en temas de fondo cuando fuera del caso y de desempeñar un papel de claro liderazgo planetario. Por el contrario, cada vez es más evidente que el papel les quedó grande y que no sólo no están dando el ejemplo que deberían dar, sino que están dando pasos cada vez más peligrosos hacia caminos inciertos y muy peligrosos. En 1990, después de la caída del muro de Berlín y de los dramáticos cambios de ese año, tuve oportunidad de escuchar al general Vernon Walters, quien había trabajado con Marshall en la reconstrucción de Europa y había desempeñado importantes cargos en la diplomacia norteamericana. En esa ocasión planteaba Walters que con la caída del Muro la Guerra Fría había terminado, los Estados Unidos se podían proclamar vencedores y tenían la oportunidad de convertirse en la verdadera potencia global. Sin embargo, decía, en ese momento comenzaba el verdadero reto para su país, puesto que tenía que mostrar al planeta y a sus propios conciudadanos que la utopía del capitalismo que habían venido promulgando era la solución para los problemas del mundo. Era el momento para demostrar que el sueño norteamericano podría perdurar por años y que su modelo económico permitiría alcanzar a la mayoría el bienestar y el progreso. Pues bien, más de 20 años después, los resultados no pueden ser más desalentadores. El modelo económico no sólo se ha mostrado frágil, sino que ha dado lugar a más inequidades, a más tensiones, a más frustraciones y a más incertidumbre sobre el futuro del país y de los individuos.Y si en lo doméstico hay tantas dudas, las cosas son dramáticas en lo internacional. Los dirigentes de ese país no han podido asimilar lo que es su peso relativo y las consecuencias de sus actos en el mundo de hoy. Por eso no dimensionan las consecuencias de su polarización interna o no les importa lo que ocurre y pone esto de presente su incapacidad para asumir el papel que les correspondería. De otra parte, el parroquialismo del ciudadano del común que no lleva sus preocupaciones más allá de las noticias de su condado hace que los congresistas sólo se preocupen de responder por los intereses locales de sus electores, olvidando la responsabilidad que tienen con un mundo que les dio la oportunidad de que lo liderara. Una sociedad tan fuerte tiene muchas opciones para corregir el rumbo, pero, de no hacerlo a tiempo, su ocaso vendrá más temprano que tarde.