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Una tarea compleja

La renuncia de Benedicto XVI dejó al descubierto los problemas que afectan...

19 de marzo de 2013 Por: Ramiro Andrade Terán

La renuncia de Benedicto XVI dejó al descubierto los problemas que afectan la Iglesia Católica, cuya solución exigirá al nuevo Pontífice, Francisco, condiciones excepcionales para enfrentarlos. ¿Esa renuncia fue calculada por Benedicto como una manera efectiva de revelar al mundo la situación interna de una iglesia minada por la pérdida de la fe de millones de sus adherentes y la corrupción que invadió sus organismos financieros como el Banco Ambrosiano? Además de la deserción masiva de centenares de miles de sus fieles que se marginaron de ella o se fugaron a otras iglesias, hastiados de los oscuros manejos: la probable intrusión de mafia en sus finanzas; la pedofilia que se extendió como una plaga maligna. En fin, un dramático cuadro que desvirtúa la esencia del mensaje de fe cristiana y la práctica de sus bondades.Así de grande es la tarea que le ha caído sobre sus hombros al nuevo papa Francisco. Que tendrá que enfrentar a sectores instalados en Roma que manejan estos oscuros episodios, interesados más en los negocios dudosos que en la práctica de la fe que ha iluminado por siglos a la humanidad bajo la inspiración de Jesucristo.Hasta el propio papa emérito Benedicto XVI no vaciló en denunciar - antes de partir abrumado por la situación que encontró- estos hechos que habían permanecido en la sombra. No se trata, entonces, de una confabulación calumniosa contra la Iglesia. Por desgracia son verdades confirmadas por altos prelados como Benedicto XVI. Que no soportó la magnitud del asunto y decidió retirarse a una especie de exilio voluntario para orar por la recuperación de la Santa Madre, ofendida y maltratada por indignos. ¿Sabía Benedicto XVI que con su retiro terminarían por descubrirse los males que amenazan la existencia misma de ese cuerpo creado para predicar y ejecutar el legado de dignidad, honestidad, amor y responsabilidad que le dejaron sus fundadores?Una iglesia lejana, distante, ajena a los problemas de sus fieles, no puede subsistir. Corresponderá a Francisco, el nuevo pontífice, enfrentar ese cáncer formado en el seno de la entidad que rige la fe de millones de católicos. A este Papa, humilde, sencillo, amistoso, le corresponderá esa tarea formidable. Va a necesitar el apoyo fervoroso de los católicos de bien que deben luchar por una Iglesia digna, cristiana y honesta. Tendrá que ser muy grande la ayuda de Dios para que Francisco lo logre.