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¿Un baño de sangre?

En el momento de escribir esta columna parece inevitable que la guerra...

29 de marzo de 2011 Por: Ramiro Andrade Terán

En el momento de escribir esta columna parece inevitable que la guerra civil no declarada y las operaciones de la Otan en Libia, terminen en un baño de sangre. Gadafi es un hueso duro de roer. Sigue allí; en su Palacio de Trípoli. Soberbio, declaró que está dispuesto a combatir hasta morir, antes que rendirse a la Otan. Que ahora dirige la gigantesca operación contra la dictadura del personaje. Ducho en acuerdos que incumple. Con desprecio absoluto de los derechos humanos y una pesada mano que han sentido con rigor sus opositores; muertos o en el exilio, Gadafi maneja a su antojo el petróleo de Libia. Un manto subterráneo que produce enorme riqueza. Parte de ella, en sus cuentas de Suiza y otros paraísos fiscales. Es, según Forbes, uno de los hombres más ricos del mundo. Con su hijo, a quien entrenó en los vericuetos del poder.Por 42 años se ha mantenido en el mando. Occidente lo protegió, toleró su dictadura, utilizó su petróleo. Hoy, lo ha dejado a su suerte en su mortal pleito con la coalición. Que trabaja en barrerlo del omnímodo reinado en una nación sometida a su voluntad y con esa riqueza natural que los países europeos necesitan. No todo el Ejército apoya a Gadafi. Un sector apreciable se pasó a los rebeldes. Que vienen organizando una fuerza nacional para oponerla al mandatario que gobierna su nación, con una camarilla corrupta.Libia siente los efectos de un profundo cambio político. No es sencillo salir del autoritarismo a la democracia. En ese proceso están naciones privadas de la libertad en el mundo árabe y otras regiones. Es una ola incontenible. La tiranía ya no es un placentero ejercicio para acabar con la libertad y amasar riquezas incalculables. El destino de los dictadores en la sociedad moderna es inevitable: durar poco en el mando. Para el caso de Libia, caer en un proceso que tiene una singular característica: no hubo caudillo que dirigiera el movimiento por la democracia: nació del pueblo que, por su poderosa presencia, se convirtió en una fuerza incontenible.Una cosa son las afirmaciones de Gadafi que anuncia una lucha sin cuartel si su país es invadido por la Otan y otra, la realidad: mensajeros suyos buscan un acuerdo para salir de una situación insostenible. Ojalá se llegue a un acuerdo razonable. Antes que el conflicto ocasione un daño inmenso a quien no tiene velas en el entierro: el pueblo de Libia. Que no tiene por qué soportar el rigor de una guerra que produciría muertes en la población civil. Sólo hay una manera de tratar con Gadafi: tumbarlo. Esa es la tarea de la Otan.