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Paz: dos propuestas

Por equivocado manejo en el fundamental proceso de paz, el ex ...

17 de junio de 2014 Por: Ramiro Andrade Terán

Por equivocado manejo en el fundamental proceso de paz, el ex presidente Álvaro Uribe terminó por aumentar la bolsa electoral del presidente Santos. Su posición sobre las conversaciones en La Habana, insensata, mezquina, belicosa y su anuncio que es partidario -en el evento del triunfo de su sumiso candidato- de suspender el diálogo para acordar nuevas condiciones, provocó una ola de inconformidad en la opinión. Que, en cambio, miró con agrado la posición del candidato Juan Manuel Santos quien apuesta por la paz como objetivo central de su gobierno. Eso produce simpatía y votos. El país está fatigado, hastiado, vejado, por una confrontación que pasó de cincuenta años. A la receta de Uribe de más guerra, Santos adoptó una postura conciliadora que se recibió con evidente agrado. Uribe tiene un temperamento autoritario y está convencido de poseer la verdad revelada. Piensa que la única forma de acabar la contienda es la solución militar. Algo que provoca un lógico interrogante: si fuera así, ¿cuál fue la razón para no acabar con la guerrilla en sus ocho años de gobierno? La verdad es que la sociedad está cansada de diálogos que no produjeron resultado alguno. “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Colombia llegó al límite en las largas décadas de matanza colectiva. Si a nuestra generación le tocó vivir la tragedia de la guerra no declarada, a la siguiente le cabe el derecho de vivir sin la espada pendiente de un conflicto interminable, sin vencedores absolutos.Desechar esta oportunidad única – en que se llegó a acuerdos en tres puntos del temario sería un acto demencial que no puede perdonarse. Lo que los marxistas llaman las “condiciones objetivas” para la paz, están dadas. Unos y otros, han mostrado disposición para buscar una solución integral, que comienza por el silencio de las armas. Lograrlo, es salir del oscuro pozo sin fondo que -en mala hora- cayó Colombia. Hay que ensayar, sin reservas, la receta de la paz para el futuro país que los colombianos necesitan.No sería sorprendente que el ex presidente Uribe saque otras propuestas de su prodigo sombrero para acabar con la violencia, por intermedio del doctor Zuluaga, su candidato incondicional. De quien nos preguntamos si hubiera tenido autonomía suficiente para manejar una nación turbulenta como la nuestra; o si, sencillamente, habría hecho en la Presidencia lo que su mentor y jefe decidiera.