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Pasar a la historia

La retórica es uno de los peligros mayores contra la paz. Millones...

14 de junio de 2011 Por: Ramiro Andrade Terán

La retórica es uno de los peligros mayores contra la paz. Millones de palabras se manejan en toda suerte de escenarios sobre un asunto vital para la supervivencia de una nación. Pero muy pocas soluciones se llevan a la práctica.El gigantesco problema de un conflicto armado que pasa de 50 años sin solución, es la vena rota más letal de las desgracias nacionales. Gobiernos, ciudadanía, partidos políticos, escritores, periodistas y otros organismos, se ocupan con regularidad del escabroso asunto. Con poco éxito. De la retórica a la acción hay un abismo. No se trata de desconocer la magnitud de esa guerra interna que tanto daño hace. Se trata de hablar menos sobre ella y actuar más.Los ciudadanos tienen un papel clave en la solución del conflicto. Su apoyo a las fuerzas del Estado encargadas de terminarlo, no debe limitarse a un vano ejercicio retórico. Debe manifestarse en hechos muy concretos. Después de largos años de enfrentamientos, se mantiene el rigor de la lucha sin una definición que le ponga fin. Es evidente que el Estado ha logrado mantener a las organizaciones armadas fuera de las ciudades –que era el objetivo central- pero éstas mantienen su organización y capacidad de combate. Largo camino ha sido recorrido por unos y otros –con su saldo de muertos, asaltos, secuestros, desaparición de poblaciones- en una empresa demencial que nadie sabe cómo no ha terminado por liquidarnos como país organizado.De allí la importancia de la Ley de Víctimas sancionadas por el presidente Santos, en un acto que contó con la presencia del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.El Estado asumió su deber con las víctimas de la guerra civil no declarada que nos afecta. Una acción que hay que abonarle a Santos y que corresponde a la petición de hechos concretos que los colombianos vienen demandando en la materia. Es evidente la fatiga colectiva contra la retórica inútil y el deseo de soluciones realistas, en un conflicto al que se acostumbró la sociedad colombiana.Que bueno poder celebrar algo clave para la paz pública. Y reconocer que al frente del Estado hay un Presidente con ganas, con conocimiento del problema, carisma para agrupar la voluntad ciudadana y con deseo legítimo de pasar a la posteridad. Bastaría que eso lo lograra el actual Jefe del Estado para asegurar sitio eminente en la historia de una nación herida por un cruento, inútil y salvaje enfrentamiento.