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Ortega: el provocador

Tarde, pero claro. El presidente Santos se acordó que era el gobernante...

17 de septiembre de 2013 Por: Ramiro Andrade Terán

Tarde, pero claro. El presidente Santos se acordó que era el gobernante de Colombia y responsable directo de su soberanía, de la integridad de su territorio: habló sobre la desenfrenada ambición de Ortega de apoderarse de otra tajada de nuestro mar territorial en el Caribe y devorarse parte del territorio de Costa Rica. El presidente Ortega es un provocador: quiere pleito. No se contentó con parte del mar de Colombia, ahora quiere engullirse una estratégica porción de Costa Rica. Si lo dejan, llegaría a San Andrés y Providencia: su objetivo supremo.Amarrarse los pantalones es obligación constitucional de Juan Manuel Santos. Presidente que aguante agresiones como las del mandatario de Nicaragua, sin decir esta boca es mía, más tarde o más temprano, termina por perder confianza de quienes lo eligieron. Se cae del gobierno. El pueblo colombiano no es idiota útil que soporta los peores agravios sin protesta. En un silencio cobarde. No. La actitud del Presidente Santos en el inicio del litigio con Nicaragua, lo llevó al 21 por ciento de aceptación nacional. Si hubiera persistido en su mansa actitud frente al voraz Ortega, los votos para su ambicionada reelección se habrían esfumado.El presidente Juan Manuel Santos superó un rudo golpe en su aspiración a otros cuatro años de gobierno. Mostró debilidad en un tema capital: la defensa de la integridad territorial. Ortega -un presidente modesto- le dio una paliza que no se olvidará fácilmente. Con asombro, en publicaciones de América Latina se registró el episodio de David contra Goliat que golpeó la imagen de nuestro país. En algún momento parecía que Colombia era una nación huérfana, que el belicoso Ortega podría abofetear sin respuesta.Sería absurdo, antipatriótico, no apoyar a Santos en “frenar las ambiciones expansionistas en el Caribe, que afectan a otros países como Panamá. Costa Rica y Jamaica”, según dijo. En un asunto de tanta gravedad solo hay una palabra admisible: Unidad. Rodear a nuestro Presidente que se tardó en afrontar el problema. La aspiración del mandatario nicaragüense de convertirse en Emperador del Caribe, hay que tomarla en serio. ¡Ánimo doctor Santos! En esto de hacer respetar nuestro mar, nuestra soberanía, usted cuenta con el apoyo de todos sus compatriotas. Colombia no es tierra expansionista, belicosa con sus vecinos, pero tampoco se deja abofetear y pone la otra mejilla.