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James: fue, jugó y venció

James Rodríguez –la nueva estrella en la escena del deporte– fue al...

22 de julio de 2014 Por: Ramiro Andrade Terán

James Rodríguez –la nueva estrella en la escena del deporte– fue al mundial, jugó y venció. Y –de paso– se inventó una forma muy suya de interpretar la partitura del juego del fútbol, en un escenario tan calificado como el certamen que reunió a los mejores equipos del planeta. Es cierto que los goles tienen el objetivo característico de pasar la portería del contrario un mayor número de veces y vencer. En el empeño máximo del gol no hay variantes substanciales. Que si las hay en el juego previo, en la táctica, en el estilo de cada jugador en el tapete verde de la cancha. Y en eso, allí, ungido por los dioses, el genial James tiene su propia sinfonía. No juega fútbol con el estilo común y corriente. Tiene otra partitura de singular eficacia y belleza que ofrece en los partidos.Tiene gol: obvio. Los sabe hacer con una marca especial que emociona y seduce a quien contempla su prodigiosa manera de jugar, la mágica geografía de sus gambetas y el brillante “solo” de sus goles. Exhibe una rara condición, una marca de genialidad y precisión. Con un estilo inspirado, que transmite a quien lo observa una sensación de rara complacencia, que no registra con otros jugadores. Esa especie de música personal, solo la sabe tocar el nuevo genio del deporte nacional. Como todo artista superior, es único, inimitable; de inspirada alegría en el estadio y con un oficio mágico para marcar tantos al contrario, utilizando un variado repertorio poco común en un deporte que tiene millones de seguidores.James con su sonrisa de niño feliz es humilde. No se ha contagiado de la antipatía de muchos de sus encopetados colegas, que miran como si fueran dueños del planeta. De orgullo y pedantería: nada. James acepta el saludo de todo el mundo, tiende su mano –incluidos los lagartos– halaga a señoras y señoritas: viejas, bonitas, feas, colombianas o extranjeras, que se le acercan con una mirada de rendida admiración no solo por el fútbol exquisito sino por su imagen juvenil y atractiva.Con la selección James le ha dado buena imagen a Colombia. Ya es bastante que haya ganado la bota de oro y otras distinciones, por su indiscutible talento de jugador moderno y eficiente. Será un fenómeno popular. Tiene la garra, las ganas, la capacidad, la técnica, el estilo, el afán de triunfo, que lo consagrará como ídolo del fútbol mundial. Pronto regresará a Europa para ganar elogios y engrosar su chequera. Colombia, agradecida, lo mirará partir con un inmenso afecto y estará lista a celebrar sus triunfos en el escenario más exigente del fútbol.