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El poder y la gloria

Al gran maestro Granham Greene, autor de novelas y cuentos, la Academia...

6 de septiembre de 2011 Por: Ramiro Andrade Terán

Al gran maestro Granham Greene, autor de novelas y cuentos, la Academia Sueca le congeló el Premio Nobel que merecía. Era un maestro de ese género, un clásico inglés que sobresalió en todo el planeta y dejó una estela de admiración que aún perdura.Greene, el gran viejo, el astuto autor que convertía la intriga en una pantalla de lo psicológico, experto en los laberintos del alma y el suspenso, ganó con su impresionante colección de novelas, un sitio de primera línea entre los grandes narradores del siglo pasado.Para confirmarlo, basta citar: ‘El poder y la gloria’, ‘El revés de la trama’, ‘El americano imposible’, ‘Una pistola en venta’, ‘Nuestro hombre en la Habana’, entre otros títulos de sus obras recogidos al azar.En 1982, yo viajaba de Madrid a París en vuelo de Iberia y descubrí al ya famoso escritor en el compartimiento de primera clase, con su infaltable copa de ginebra en la mano. Había leído parte de su obra y sentía por él inmensa admiración. Me acerqué a su silla y le hablé de mi devoción por sus libros. Me miró nervioso y me respondió en un español aceptable: ¿Es usted español? ¿Es usted periodista? Respondí que era colombiano, fiel lector suyo. Aludió a García Márquez, su amigo: “Es uno de los mejores del oficio”, sentenció.Proseguimos la conversación y su vecino de silla que no entendía nada, me cedió su puesto. Fueron ochenta minutos inolvidables. El maestro Greene habló de literatura norteamericana, de un poeta inglés, Swimburne, alcohólico y discípulo de Sade. De Fidel Castro, de Haití y ‘Los comediantes’, y de América Latina. Le oí embelesado y feliz mientras la camarera nos servía, puntual, la excelente ginebra holandesa. Había leído a García Márquez, a Fuentes, Cortázar, Sábato y Borges. Llegamos a París donde tomó otro vuelo para su refugio en la Riviera Francesa.El tema de Cuba le interesaba mucho. Me pidió que le hiciera llegar mi libro ‘Cuba, el vecino socialista’, del cual le hablé. Hacía parte del reducido círculo de escritores famosos que aún apoyaban a Fidel Castro.Escribió más de cincuenta libros. Como dijo otro inglés, William Golding, ganador del Nobel en 1983, “Será apreciado como cronista de las ansiedades y vivencias del siglo XX”. Yo lo recordaré como lo vi en esa maravillosa ocasión: afable, modesto, risueño, con notable sentido del humor y bastante escéptico. No morirá jamás en el recuerdo agradecido de sus incontables lectores que vestimos luto el día de su muerte.