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El fantasma del hambre

En el año 2045 –según expertos de la FAO– la población mundial...

26 de julio de 2011 Por: Ramiro Andrade Terán

En el año 2045 –según expertos de la FAO– la población mundial será de 9.000 millones. Hoy ya alcanza a 7.000 millones. A quienes hay que satisfacer necesidades elementales como alimento, salud, educación. De todas, el alimento es la básica. No hay nada más letal que la hambruna. Viene la obvia pregunta ¿Habrá suficientes alimentos en el 2045 para que esa enorme población satisfaga esa necesidad primaria? No. Eso es lo que piensa Charles Siebert en un artículo publicado en National Geographic. El es un reputado especialista en el tema, ajeno a cualquier exageración, quien en un libro publicado en el 2008 ya había expresado su preocupación por la demanda de alimentos de una población en acelerado aumento. Y el fracaso de buena parte de las medidas para el control de un problema tan complejo.La extinción de las variedades de alimentos –afirmó– ocurre en todo el planeta. En Estados Unidos se calcula que el 90% de las variedades de frutas y vegetales han desaparecido. De las 7.000 clases de manzanas que se cultivaban en el Siglo XIX, quedan menos de 100. En China, el 90% de las variedades de trigo que se sembraban apenas hace un siglo, ya no existen. Muchos de los productos agrícolas fueron barridos por la locura de una industrialización desalmada que se apodera de tierras usadas para alimentación. Los expertos coinciden en afirmar que durante el último siglo hemos perdido más de la mitad de las variedades de alimentos. Eso no parece preocupar a los dirigentes mundiales. Ese problema, de vida o muerte, sigue en ascenso.En 1984 ocurrió una hambruna en África de tal magnitud que nunca se supo el número de personas que murieron por el flagelo. El hambre es pésima consejera, caldo de cultivo para los delitos más escabrosos. Ha provocado guerras, protestas sangrientas, y otra suerte de convulsiones sociales. Nadie entiende que frente al sombrío panorama del crecimiento desorbitado de la población, los gobiernos –y organizaciones como la ONU– no hayan hecho nada concreto y eficaz para ponerle remedio.El futuro de las nuevas generaciones está en juego. Si no hay una cruzada para asegurar el abastecimiento universal, lo que le espera a la humanidad será el peor castigo imaginable. Para todos. Como se ha dicho: el hambre no tiene color político. Ni raza. Ni religión. Si no se combate a tiempo, la humanidad estará condenada al peor drama de su historia.