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Sombrío panorama

Contrario a lo que todos quisiéramos, la situación económica que afronta el país es difícil y poco promisoria. En lo corrido del año no se advierten señales de recuperación, y antes por el contrario, sí de recesión.

5 de abril de 2017 Por: Rafael Rodríguez Jaraba

Contrario a lo que todos quisiéramos, la situación económica que afronta el país es difícil y poco promisoria. En lo corrido del año no se advierten señales de recuperación, y antes por el contrario, sí de recesión.

Venimos de un 2016 caracterizado por alta inestabilidad política, jurídica y económica, permanente volatilidad cambiaria y desaceleración económica, en el que la tasa de crecimiento alcanzada (2%) no fue generalizada y los siderales resultados alcanzados por el sector financiero contrastaron con los muy discretos logrados por la industria y el sector de servicios.

Luego de transcurrido el primer trimestre del año, el horizonte económico se vislumbra complejo para el sector real, dada la lenta inercia del mercado como consecuencia del estancamiento y por momentos retroceso del comercio exterior, la turbulencia cambiaria, el alto costo del dinero, los efectos adversos de la reforma tributaria, las altas tasas de colocación de créditos y la incertidumbre que produce la implementación de los acuerdos de La Habana.

El presente es reflejo del pasado, y las metas del año anterior no se cumplieron. El gasto y el endeudamiento del gobierno llegó a niveles extremos y la inflación rebasó de lejos la meta del Banco de la República, lo que motivo permanentes aumentos de su tasa de intervención para encarecer el dinero, disuadir el endeudamiento, desalentar la inflación y evitar la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. No hay duda que en Colombia la política monetaria es de contracción y no de expansión.

A todo esto se suma el desplome del precio del petróleo, y con ello, la reducción del recaudo fiscal en cerca de 20 billones, lo que debilita las finanzas del Estado, crea desconfianza en su manejo y llama la atención de las agencias internacionales calificadoras de riesgos.

Para mitigar la reducción del ingreso fiscal por la caída del precio del petróleo, el peso continua con tendencia a la devaluación, a pesar de la alta tasa de intervención del Emisor, lo que pone en duda, el efecto que esta tasa tiene sobre la de cambio, o si la sobrevaloración del dólar es resultado de una colusión del sistema financiero.

Pero lo que más inquieta, son los efectos de una Reforma Tributaria que no fue discutida, ni debatida, y que tan solo servirá para sufragar el déficit causado por exceso en el gasto.

Es claro que la Reforma no afrontó temas neurales, como la tasa de contribución de las empresas, la que antes que reducirse, aumentó; tampoco abolió el Gravamen a las Transacciones Financieras y los parafiscales, ni redujo el IVA, sino que por el contrario lo aumentó en 3 puntos.

La Reforma antes que alentar la iniciativa y la inversión privada, la hizo más gravosa y onerosa, con lo que se desperdició una oportunidad para imprimirle dinamismo a la economía y modernizar la estructura tributaria del país.

El 2017 será un año de dificultades y sobresaltos, en el que deberá enfrentarse con el mayor rigor la corrupción, habrá elecciones y el sector productivo experimentará los efectos de una Reforma Tributaria regresiva y recesiva.

A pesar del entramado de dificultades, las empresas tendrán que redoblar esfuerzos y seguir avanzando en innovación, contención del gasto, aumento de participación en el mercado y consolidación de posicionamiento competitivo.

Con todo y las dificultades, debemos seguir adelante; no hay alternativa.