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Arrogancia de sabios

Los miembros de la Junta Directiva del Banco de la República prefieren...

22 de octubre de 2010 Por: Rafael Rodríguez Jaraba

Los miembros de la Junta Directiva del Banco de la República prefieren seguir sacrificando a los exportadores y llevarlos a la ruina, antes que atreverse a tocar los intereses de los bancos.Que nadie se equivoque. La agonía que produce a los exportadores la revaluación, es inversa a la bonanza que alboroza a los bancos, que apetitosamente siguen comprando dólares baratos y dentro de poco los venderán al precio que se les antoje. Que no se olvide que la Tasa Representativa del Mercado (TRM) la establece el Gobierno con la información que le suministran los mismos intermediarios.Es francamente deplorable la conducta arrogante de los miembros de la Junta del Banco, que por creer que son los únicos avezados en política monetaria, cambiaria y crediticia, adolecen de humildad y grandeza para escuchar a alguien distinto a su propio ego.No se entiende cómo algunos de ellos -afortunadamente la minoría- llegaron a conformar la Junta, sin ni siquiera dar evidencia de haber podido descifrar la Teoría de la Intervención Monetaria y, menos aún, el comportamiento de los mecanismos de transmisión que la articulan; infortunadamente, la mayoría de ellos -que sí tienen sólida y solvente formación monetaria- acusan temor reverencial por el sistema financiero. Para revertir la tasa de cambio, los sabios del Emisor no se atreven a hacer nada distinto que seguir de manera obsecuente el viejo y manido libreto de salir al mercado a adquirir dólares para tratar de generar una mayor demanda y, por ende, el repunte de la cotización.Hace más de dos meses, en esta columna, se le dijo a ‘los sabios’, que la revaluación estaba creando el escenario perfecto para que la economía colombiana retomara la justicia y la equidad perdidas. Para ello, el Emisor debía alejarse del facilismo ortodoxo que, para revertir la tasa de cambio, malamente aconseja que se debe apelar a la compra masiva de dólares, y no a la reducción de la Tasa de Intervención por temor a crear una expansión monetaria y, con ello, un brote inflacionario.En esa epístola editorial se les dijo: “La revaluación que arruina las exportaciones se puede revertir si se reduce la Tasa de Intervención y, con ello, las tasas de interés; si se desalientan las inversiones en renta fija; si se promueve la compra de derivados financieros; si se libera la importación de todo lo que no produce el país; y, si se ejerce verdadero control de los intermediarios”.Pero no, ‘los sabios’ mueren en su ley y hacen morir a muchas empresas exportadoras. A ellos sólo les gusta la contracción monetaria, el encaje marginal, los depósitos obligatorios, el encarecimiento del dinero, la renta del capital, el fortalecimiento de la hacienda pública y la consolidación del sistema financiero; todo a costa de la reducción de la demanda y la pauperización de la capacidad de compra de la población.El alto costo del dinero alienta el arribo de capitales itinerantes y el desplome de la tasa de cambio; concentra la riqueza y masifica la pobreza; atiza la especulación y desestimula el crecimiento; premia a los intermediarios y castiga a las empresas.Así parezca desapacible afirmarlo, la economía colombiana está enferma por la infame política monetaria, cambiaria y crediticia, que, por favorecer a pocos, perjudica a todos. Es difícil ser indulgente ante tanto yerro y despropósito.