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Robo al No, resultado desastroso

Un pacto espurio, una implementación ilegítima, un resultado desastroso. Eso nos ha dejado el robo al triunfo del No en el plebiscito.

6 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Tres años del plebiscito. Aunque Santos dijo que los ciudadanos “tendrán la última palabra” en relación con su acuerdo con las Farc, en realidad se inventó el plebiscito para, confesión de Benedetti, “hacer una jugada política que consistía en darle una estocada final al uribismo”. Le salió el tiro por la culata: el No triunfó.

Una victoria milagrosa, contra todos y contra todo. Un triunfo que enseña que hay que dar todas las batallas, que las causas justas consiguen apoyos silenciosos pero efectivos, y que las redes rompen el monopolio informativo y permiten la movilización de ideas disruptivas.

Después vino la trampa descomunal. Santos, con el apoyo del Congreso de entonces y una vergonzosa sentencia de la Corte Constitucional, rompió el sistema democrático, desconoció el triunfo del No e implementó el acuerdo negado en las urnas. La bendición del Congreso y de la Corte Constitucional a la profanación solo dio apariencia de legalidad, pero no resolvió el déficit de legitimidad del pacto.

Las consecuencias son todas negativas. El raponazo al No dejó a la sociedad no solo dividida sino polarizada. Hoy no tenemos acuerdos en lo fundamental: acá hay quienes todavía aplauden, como un sacrificio por ‘la paz’, que se haya violado el resultado de las urnas, que se haya manoseado la Constitución y se haya comprado a magistrados y congresistas, que no haya penas reales para los criminales, que se premie a los violentos con derechos y beneficios que no tienen los ciudadanos que nunca han delinquido, que justifican que se haya quebrado el espinazo de la rama judicial y que los criminales hayan creado el tribunal que los ‘juzgará’, que creen que a los narcos hay que dejarlos tranquilos y no extraditar a los de las Farc.

Además, se erosionó gravemente a las instituciones. La Presidencia negoció con las Farc como si fueran iguales al Estado y encabezó el desfloramiento grupal a la voluntad popular. El Congreso alberga bandidos de la peor calaña a los que les regalaron las curules. La Constitucional es vista con desconfianza por muchos y falla por política e ideología y no para defender la Constitución. Lo mismo ocurre con la sala penal de la Suprema.

Para rematar, los hechos muestran que ocurrió lo que anunciamos: la ‘paz’ no existe; las Farc suman ‘disidencias’, ‘reincidentes’ y un partido en el Congreso; el Eln tiene más fuerza que nunca; las bandas criminales crecen con el narcotráfico, vivimos en un mar de coca, las calles se inundaron de droga; la Fuerza Pública no tienen moral para el combate, su presupuesto está recortado, y la inteligencia y la capacidad aérea están en los rines; y el año pasado hubo más homicidios que en el 2017.

Un pacto espurio, una implementación ilegítima, un resultado desastroso. Eso nos ha dejado el robo al triunfo del No en el plebiscito.

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