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Respire, señor Alcalde

El detonante fue la toma del Palacio de Justicia. Con ella y...

1 de abril de 2012 Por: Rafael Nieto Loaiza

El detonante fue la toma del Palacio de Justicia. Con ella y con su alianza con el narcotráfico para frenar las extradiciones que entonces se estaban decidiendo en la Corte Suprema de Justicia, el M-19 escribió una de las páginas más negras y deshonrosas de la historia nacional y selló su muerte como grupo guerrillero.Paradójicamente, estoy convencido de que el del M-19 es, de lejos, el proceso de paz más exitoso que haya vivido el país. Aun con muertes desafortunadas como la de Pizarro Leongómez, asesinado en un avión en 1990, en plena campaña presidencial y con altísimos niveles de popularidad, la desmovilización, el desarme y la reinserción de los guerrilleros del Eme han dejado para la vida política nacional episodios como su participación en la Constituyente del 91 y figuras de peso como Everth Bustamante, Antonio Navarro, Rosemberg Pabón, Otty Patiño y Gustavo Petro. Petro desde el Congreso y ahora en la Alcaldía de Bogotá, Bustamante y Pabón como funcionarios de Uribe, y Navarro desde la gestión pública en el Ministerio de Salud, la Alcaldía de Pasto y la Gobernación de Nariño, han mostrado que hay espacios políticos para quienes dejan las armas y que para un revolucionario la vida civil es mejor opción que la violencia. Más allá de entendibles resistencias en ciertos sectores, que no olvidan sus pasados violentos, en el sur del país y en Bogotá las mayorías no han temido votar por exguerrilleros. La experiencia en Nariño ha sido muy positiva. Navarro fue elegido mejor alcalde del país y su calificación como gobernador también fue muy alta. Bogotá, sin embargo, es una incógnita. Acostumbrados a votar independiente y por fuera de los partidos, los bogotanos eligieron, por tercera vez después de Lucho Garzón y Samuel Moreno, un candidato de izquierda. Guardadas las distancias, ocurrió como con Humala en Perú . Dividido el voto del centro a la derecha entre distintos candidatos, Petro se alzó con la victoria. Las responsabilidades que en esto le caben al Partido Liberal, Cambio Radical, Mockus y Gina Parody serán después analizadas. Aunque en un país de memoria tan corta, quizás todos lo olviden, incluyendo ellos mismos. A propósito, ¿eran sólo celos y envidias o creerá Antanas que la veeduría distrital para su esposa bien valía la derrota de Peñalosa? Como sea, el desafío de Petro es enorme. Lucho dejó Bogotá sin hambre, un programa fundamental en el cierre de las inequidades, pero la alcaldía de Moreno fue un sólo desastre. No quedó sino el rastro maloliente de una corrupción sin límites. La ciudad se cae a pedazos en los huecos de sus calles, el caos vial exaspera al más paciente, el hurto y el atraco campean por doquier, los parques, ciclovías y el espacio público están en franco deterioro, la calidad de la educación pública da grima. La ciudad dejó de ser la de mostrar en los nuevos modelos de administración pública y urbanismo. Por eso era un alivio que Navarro fuera el secretario de gobierno. Su conocimiento, experiencia y moderación daban tranquilidad en un nueva administración que no tiene ninguna experiencia en gobernar y que tiende, por el carácter de su líder, a improvisar y a casar peleas innecesarias.Petro es un hombre inteligente, sagaz, astuto. Pero necesita tranquilizarse y empezar a gobernar con profundidad y calma. Tiene tres años y medio por delante. Aún puede corregir el rumbo. Lo otro sería la debacle, no sólo para sus aspiraciones personales. Son lo de menos. Lo sería para los bogotanos, que no aguantan otra mala alcaldía. Y para el país, que no puede darse el lujo de que su capital siga en caída libre.

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