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El problema no es Nicaragua

El problema no es Nicaragua. Ella hace lo que le corresponde: buscar...

1 de diciembre de 2013 Por: Rafael Nieto Loaiza

El problema no es Nicaragua. Ella hace lo que le corresponde: buscar la satisfacción de sus intereses usando las herramientas que tiene para conseguirlo. No puede acudir a la fuerza porque, primero, hay una prohibición para su uso o la amenaza de su uso en las relaciones internacionales; después, no tiene unas fuerzas militares poderosas ni recursos económicos para dotarlas de equipos suficientes y no podría competir con la experiencia y capacidad militar nuestras; y finalmente, no necesita hacerlo porque tiene a su favor dos ventajas que nosotros no: una sentencia de un tribunal internacional que la favorece y una diplomacia muchísimo más sofisticada que la nuestra.Ventajas que usa eficazmente. Lo prueban las dos nuevas demandas ante la Corte Internacional de Justicia, pidiendo el cumplimiento del fallo en que nos arrebataron más de 75.000 kilómetros de aguas y la extensión de su plataforma continental. Acudiendo a la CIJ, además, aparece como respetuosa de los mecanismos de solución pacífica de controversias y de las decisiones del tribunal internacional. Para apoyar sus pretensiones, cuenta con un embajador internacionalista con treinta años en La Haya. Pero sobre todo, cuenta con un plan geopolítico estratégico de mediano y largo plazo para aumentar su territorio, su plataforma continental y sus aguas marinas y submarinas. Y lo está desarrollando aunque eso le cueste la molestia de sus vecinos. El problema somos nosotros. Para empezar porque acá confundimos la diplomacia con las relaciones públicas. Y la diplomacia es cosa muy distinta: es el uso de las relaciones internacionales para la satisfacción de los intereses nacionales. En Colombia no hay ni ha habido visión geoestratégica. Pero si la Cancillería es débil, la Canciller es peor. Tiene mucha responsabilidad en la amputación territorial que sufrimos, aunque se lave la manos. Sus declaraciones sobre las “salomónicas” decisiones de la Corte, que “le dan un pedacito a una parte y otro pedacito a otra”, que nadie “sale con las manos vacías” y “repartirá por lo justo”, fueron una entrega anticipada de nuestra posición y un aval para que nos cercenaran lo que había sido nuestro desde siempre.Y también debería contarnos porqué el embajador en La Haya sigue siendo un sesudo politólogo que nada sabe de derecho internacional y los agentes para los nuevos casos son un par de formidables abogados no internacionalistas. Quizás también nos pueda decir porqué Colombia no estaba preparada para el fallo de la Corte, porqué no denunció a tiempo el pacto de Bogotá si sabía que sería usado por Nicaragua para demandarnos de nuevo y porqué al hacerlo justificó la nueva acción nicaragüense al afirmar que esa denuncia no nos defendería de futuras demandas, porqué acudirá otra vez a Holanda si nada tiene que ganar y porqué no se han trazado aun las líneas de base rectas, fundamentales para la medición de las zonas marítimas. Y para que no se diga que la pobre no es abogada y lo jurídico le queda grande, que en cambio lo suyo sí son las relaciones internacionales, también nos podría explicar como Nicaragua acuerda con México y Rusia patrullar en aguas que decimos que son nuestras y en cambio nosotros ni siquiera somos capaces de que Estados Unidos, nuestro mejor aliado, no haga lo mismo. Y de paso, quizás nos pueda explicar porqué no ha conseguido que Maduro, el otro mejor amigo, no nos mida el aceite con Tupolevs que despegan de Caracas.

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