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Cínicos

En un país donde los cínicos abundan, las Farc son campeonas. Pero...

30 de marzo de 2014 Por: Rafael Nieto Loaiza

En un país donde los cínicos abundan, las Farc son campeonas. Pero no solo porque mienten descaradamente. Ocurre que el cinismo es consustancial a su doctrina política. El marxismo leninismo del que se alimenta está construido sobre las premisas de que el fin justifica los medios y de que no solo es lícito sino que es indispensable combinar todas las formas de lucha. Con semejantes pilares éticos, mentir sin sonrojarse no es solo posible sino un deber. Para quien asesina a placer, el embuste es nimiedad. Pero la cosa no acaba con ser mendaz. La trampa, el engaño y la calumnia son el desarrollo normal del cínico. Es de antología la respuesta de las Farc ante la tortura y asesinato de dos policías a los que secuestraron desarmados y de civil.Primero, dicen “lamentar la trágica muerte” de los policías y, caraduras, hacen “llegar su voz de aliento a sus familiares y compañeros”. Después justifican el asesinato diciendo que los secuestradores estaban “acosados por helicópteros artillados y múltiples patrullas [y] se vieron obligados a proceder contra ellos”. Y para justificar matarlos a palos y degollarlos, agregan con desvergüenza absoluta que debieron “cuidarse de no emplear armas de fuego por razones de seguridad”. La verdad es que, según el Director de Medicina Legal, las necropsias muestran “múltiples lesiones en diferentes partes del cuerpo, con diferente intensidad, lo que les produjo intenso dolor. No hay duda de que presentaron signos de tortura”. Ver a los criminales alentando a los que sufren por el asesinato produce indignación profunda. Que justifiquen el homicidio en lugar de liberarlos, como obliga el derecho internacional humanitario, rabia. La defensa de la tortura “por razones de seguridad”, ira en el alma.Pero si no fuera el colmo, las Farc arremeten contra quienes critican su conducta y terminan, en el súmmum de las falacias, haciéndolos responsables de la violencia asesina de la guerrilla. Dicen los angelitos que negocian en La Habana que “no faltan las voces enfermizas que antes estas situaciones lanzan las más rabiosas diatribas y llamamientos al odio y a la guerra. Estos son los responsables del desangre que padece nuestra nación desde hace décadas”. Para las Farc los culpables de la violencia no son ellas, que llevan 60 años matando, aterrorizando y secuestrando civiles, inocentes y personas inermes, sino quienes se atreven a criticarlas. Y el remate vino más tarde, cuando agregaron que no podemos quejarnos porque las reglas de juego son las de negociar en medio del conflicto y añaden, con apoyo de algunos académicos y políticos que se debaten entre la idiotez útil y la complicidad, que la solución sería un cese al fuego bilateral. Lo que no dicen los serafines es que una cosa es el conflicto y otra muy distinta los crímenes de lesa humanidad y de guerra que cometen sin cesar. No hay conflicto que justifique la barbarie. Tampoco dicen que la trampa del cese al fuego bilateral es que convierte todo el país en una zona de distensión, al hacer imposible la acción de la fuerza pública contra los bandidos. El Presidente, mientras tanto, solo atina a decir que sueña con ver a los “representantes de las Farc sentados en el Congreso” y con “pasar navidades con un proceso de paz firmado”. Así que el diálogo seguirá. Ya Santos dijo que solo haría “explotar el proceso […] un atentado a una figura importante”. Queda claro que para él un uniformado torturado y asesinado fuera de combate no lo es.

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