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¡A marchar!

El centro y la derecha apenas tiene historia en la calle. Con todo, hay algunas manifestaciones y son muy importantes, como la impulsada por ‘Un millón de voces contra las Farc’. Y en agosto pasado, centenares de miles marcharon contra la ideología de género que auspiciaba el MinEducación. Como entonces, también ahora hay que salir masivamente.

26 de marzo de 2017 Por: Rafael Nieto Loaiza

El centro y la derecha apenas tiene historia en la calle. Con todo, hay algunas manifestaciones y son muy importantes, como la impulsada por ‘Un millón de voces contra las Farc’. Y en agosto pasado, centenares de miles marcharon contra la ideología de género que auspiciaba el MinEducación. Como entonces, también ahora hay que salir masivamente.

Hay que marchar por la democracia, brutalmente mancillada, con la bendición de la Constitucional, al desconocer la victoria del No en el plebiscito, y ya antes vulnerada por el montaje del hacker en el 14 y por la violación flagrante y confesa de los topes de financiación de las campañas.

Hay que marchar por la Constitución, manoseada por cuenta del proceso de paz y al final violada de forma grosera cuando se le dio valor supra constitucional al acuerdo remendado con las Farc.

Hay que machar por las instituciones republicanas, indispensables para la vida civilizada: al Congreso lo castraron, a la administración de justicia le quebraron el espinazo al crearle un tribunal especial por encima de las altas cortes, al Presidente lo hipertrofiaron.

Hay que marchar por la ética, arrastrada por el suelo por los amigos íntimos de Santos, de quienes dice haber desconocido su conducta aunque en el entretanto los premió con embajadas y contratos por decenas de miles de millones de pesos. Más lo que falta por saberse.

Hay que marchar por las familias y sus valores, amenazados por el “progresismo” y por algunos jueces que decidieron imponer su ideología a las grandes mayorías.

Hay que marchar por la economía, maltrecha y raquítica, castigada por una reforma tributaria fiscalista y regresiva, resultado del derroche de los recursos públicos en publicidad oficial, mermelada y burocracia, y la ausencia de políticas que promuevan y protejan la inversión privada.

Hay que marchar por los pobres, azotados por la inflación creciente y por el aumento del IVA, que les robó el aumento nominal del salario mínimo.

Hay que marchar por los desempleados, estupefactos porque a los guerrilleros se les asegura un sueldo y a la quinta parte de ellos ganará 1.800.000 pesos por cuenta del Estado.

Hay que marchar contra la impunidad y contra las ventajas políticas a los violentos y contra los privilegios económicos dados a quienes tienen por único mérito haber asesinado por cincuenta años.

Hay que marchar contra el océano de coca en que nos convirtieron por cuenta de la renuncia de este Gobierno a destruir los narcocultivos.

Hay que marchar contra la paloma que se volvió conejo y contra el salto del conejo al elefante monumental que no una sino dos veces, 2010 y 2014, se le metió en la cocina a Santos y del cual, según él, se acaba de enterar.

Hay que marchar contra Santos por haber traicionado a sus electores, por mentiroso, por cínico, por vanidoso y sacrificarlo todo por el Nobel, por perseguidor de la oposición democrática, por tramposo, por haberse sometido a los designios de los criminales y poner en peligro a la Fuerza Pública, por centralista, por derrochador, por clientelista, por enmermelador, por meternos la mano en los bolsillos para favorecer a sus amigos y a los violentos.

Y hay que salir a marchar no solo porque es nuestro derecho sino porque es un deber y porque debemos prepararnos para defender el triunfo en el 2018, que, con mucha probabilidad, tratarán otra vez de burlarnos.

¡Por todo ello, hay que salir a marchar este primero de abril!

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