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El alcalde de Cali, a la lona

El alcalde caleño don Jorge Iván Ospina ha recibido cañonazos críticos desde diciembre por unos gastos, once mil millones de pesos, en ‘diversiones y animaciones culturales y musicales para el pueblo caleño’

22 de junio de 2021 Por: Poncho Rentería

A pesar de llevar 35 años escribiendo tres y cuatro columnas semanales para diarios y una revista, tengo confusiones al momento de escribirlas.
Hoy quisiera escribir sobre un personaje al que le sigo la pista vital, su música y sus travesuras: don Frank Sinatra, ‘La Voz’ como lo llamaba su admirador irreductible José Pardo Llada.

Paso de Frank Sinatra y voy al alcalde Cali, el licenciado Ospina. No es serio que desde Bogotá donde vivo hace 55 años se quiera enjuiciar la obra de este alcalde. La encuesta que circula lo raja penosamente, lo manda a la lona, al sitio donde caían los boxeadores que retaban al inolvidable Cassius Clay.

El alcalde caleño don Jorge Iván Ospina ha recibido cañonazos críticos desde diciembre por unos gastos, once mil millones de pesos, en ‘diversiones y animaciones culturales y musicales para el pueblo caleño’, gastos que sonaron a sus críticos y a serios empresarios como trampitas pre-electorales. Ahora, junio del 2021, al alcalde Ospina le censuran que fuera un suave terciopelo con los intrépidos indígenas que derrumbaron la estatua de Belalcázar al casi disculparlos. Buscaba suavizarlos pero ellos lo pistolearon cerrando la vía Panamericana.

Ser alcalde Cali es muy difícil, hay mil problemones por resolver pero en Cali aman equivocarse eligiendo alcalde, ‘remember’ que eligieron al respetable Apolinar Salcedo, buen hijo, buen vecino, buen tío pero con limitaciones visuales para ser alcalde. Y “el que no ve bien, no vigila nada”, dice un porro de Lucho Bermúdez. Punto.

Personajes del semestre, por poderosos y por tercos, los sindicalistas jefes del controvertido paro que paralizó 43 días el país arruinando a miles y miles. El más poderoso jefe de ese comité de paro don Nelson Alarcón salió del país por seguridad personal. Lo siento por él y por los 307.000 maestros afiliados a Fecode que quedaron sin jefe. Alarcón declaró que su lucha es política para “derrotar al uribismo y a la derecha”.
Declaración desafortunada porque durante 40 días gritaron “es un paro protesta, no político”. Punto.

Y preparan marcha de miles de manifestantes el 20 de julio próximo en Bogotá, toca decirles a los organizadores que eso es peligroso e irresponsable porque la pandemia sigue aquí con 600 muertos diarios.
Suspendan esas marchas, son una gigante estupidez, son un torpe suicidio, no fastidien más al país y colorín colorao.

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