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Don Pepe y Don Felipe

Ellos dos estuvieron en Cali el viernes. Se encantaron con los árboles caleños, el mango viche, el restaurante de Vicky Acosta y el róbalo bañado en salsa de chontaduro. Pepe y Felipe no son músicos de Joaquín Sabina ni bailarines de flamenco.

5 de abril de 2017 Por: Poncho Rentería

Ellos dos estuvieron en Cali el viernes. Se encantaron con los árboles caleños, el mango viche, el restaurante de Vicky Acosta y el róbalo bañado en salsa de chontaduro. Pepe y Felipe no son músicos de Joaquín Sabina ni bailarines de flamenco. Don Pepe es José Mujica, un uruguayo de 82 años, un luchador social, invasor de tierras inútiles, guerrillero urbano, luego preso y luego presidente. Hoy es ejemplo de honestidad en el poder donde no robó ni atropelló ni dejó robar a sus cercanos amigos.

Y Don Felipe es un andaluz que gobernó España 12 años. Ahora, por íntimo amigo de Juan Manuel Santos, le aceptó supervisar -con Pepe Mujica-, el denso acuerdo Gobierno-Farc de 310 páginas. Duro hacerles leer esas 310 páginas seudo-jurídicas. Hoy son árbitros y ojalá los dejen arbitrar. A ellos, Felipe y Pepe Mujica, les aplaudo que no cobran un dólar. Viajaron 12 horas hasta Cali, sufrieron el ‘jet-lag’ y muy guapos, aquí escucharon ocho discursos pesadongos sin dormirse. Punto.

Los hermanos Santos Calderón celebraron los 100 años del nacimiento de su padre, Enrique Santos Castillo. Porque llevo 30 años escribiendo en la página editorial de El Tiempo, lo traté muchísimo. Sí, preguntaba por el liberalismo del Valle, por sus amigos Marino Renjifo, Guillermo Becerra Navia, Jorge Restrepo, Édgar Lenis y Ernesto González. Era repetitivo recordando la carta que 10 diez valientes liberales tulueños le dirigieron en 1955 denunciándole que El Cóndor, León María Lozano, en el Valle era un ‘súper-jefe’ conservador. Lean a Gardeazábal en su novela ‘Cóndores no entierran todos los días’ y otras, donde cuenta la violencia de los godos en el Valle.

Ellos, los 10 valientes liberales de Tuluá, fueron perseguidos. A balazos murieron en Tuluá Andrés y Alfonso Santacoloma, Donaldo Arrieta, Germán Pulgarín. Todos visitaban El Tiempo en Bogotá porque don Enrique les daba coraje, eran sus amigos liberales. Fue un periodista total, amigo de los militares, sin coqueteos al izquierdismo ‘farco’, siempre llerista oficialista. Don Enrique no pudo ver a su consentido hijo de presidente. Punto.

‘Extra’: cayeron rayos y piedras gigantes. La lluvia castigó al Putumayo. Un presidente eficiente se mete al barro de la tragedia, se acerca al dolor ajeno, así viene actuando don Juan Manuel Santos. Punto. Santos está en Mocoa, enfrentando el drama y allí dirige, ordena y manda como presidente. Y en el Ecuador hubo un ‘conejazo ordinario’, los asesores del bravucón presidente Correa dizque se ‘auto-regalaron’, o se robaron, la elección presidencial. La rolísima María Urrutia-Urrutia diría: “¡Ala, qué cómica es esta chirriada democracia!

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