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Un difícil comienzo

Los primeros días del gobierno de Iván Duque están resultando más difíciles de lo que se esperaba

12 de agosto de 2018 Por: Pedro Medellín

Los primeros días del gobierno de Iván Duque están resultando más difíciles de lo que se esperaba. Un nuevo enfrentamiento se acaba de producir entre el gobierno y el Centro Democrático. La designación como viceministro de Vivienda, de una persona que como viceministro de Educación del gobierno pasado, se le señala como responsable de unas cartillas de educación sexual que produjeron un gran enfrentamiento entre uribistas y santistas, está comenzando a abrir unas heridas que si no se cuidan van a ser difíciles de cerrar.

Está bien que el Presidente electo tenga el margen de maniobra para conformar su equipo de gobierno. Él debe responder por las realizaciones de los 4 años de gestión como jefe del Estado. No por otra cosa, 10 millones de colombianos le dieron el voto para que condujera al país, por el sendero que ofreció a los ciudadanos. Y si para lograrlo necesita de un determinado perfil de funcionarios que lo acompañen en la tarea, pues está en el derecho de hacerlo.

Pero cuidado. Iván Duque no llegó a la presidencia inscrito por firmas de ciudadanos, de manera que no puede decir que no tiene compromiso alguno con nadie, como si lo hizo Antanas Mockus , cuando llegó a la Alcaldía de Bogotá. Desde su posesión, el profesor tuvo claro que, como no representaba a un partido político-, no tenía compromisos con nadie y a nadie tenía que rendir cuentas por los funcionarios que nombraba o dejaba de nombrar.

Pero para llegar a ser Presidente, Duque tuvo que pasar por un complejo proceso electoral al interior del Centro Democrático. Primero, abrirse el espacio político e institucional que le permitiera los apoyos necesarios para presentarse como precandidato. Luego, someterse a un larga selección y elección interna, que lo convirtiera en candidato. Fueron 35 foros por todo el país, en donde no solo tuvo que exponer sus tesis políticas y sus propuestas de gobierno ante los militantes de su partido.

También adquirió el compromiso de sacar adelante unas determinadas políticas identificadas en los foros, que posteriormente se concretan en un documento que él mismo suscribió con los otros cuatro precandidatos que aspiraban a la elección.

Al ser nominado oficialmente como candidato del Centro Democrático a la Presidencia de la República, Iván Duque ya había adquirido dos grandes compromisos. Por una parte, la responsabilidad de cumplir con las propuestas programáticas, con los que sus correligionarios de partido aspiraban a llevar el país por otros rumbos. Y por otra, la obligación ética y moral de mantener la consistencia política e ideológica que es propia y particular y que lo diferencia de los demás. Como se ve, se trata de compromisos irrenunciables.

Ni siquiera cuando fue electo Presidente, como parte de una coalición política con la candidata de un movimiento ciudadano por firmas (Martha Lucía Ramírez), Duque puede eludir los compromisos adquiridos con su partido.

Si bien debe buscar el equipo que le ayude a cumplir el compromiso, Iván Duque también debe procurar que los miembros de ese equipo mantengan el perfil político e ideológico del partido que le permitió su elección como Presidente de la República.

Si hay algún avance que se haya logrado en este momento tan complejo y difícil en la historia del país, es que la política se aclaró entre izquierda y derecha. Y que tenemos la garantía que los que ganaron las elecciones gobiernan y los que perdieron se oponen. Es la democracia. Y no esos sancochos del pasado en donde, los que eran opositores en elecciones luego terminaban como ministros o embajadores de los que ganaban.

Eso de tener ministros o viceministros de una ética tan laxa, que en el gobierno anterior jugaban a una cosa, y en el gobierno siguiente pueden hacer exactamente la contraria, no le sirve al gobierno, ni al país.

Si hay algo que debemos promover entre los jóvenes que llegan al gobierno es que, por más formación y capacidad técnica que se tenga, la ética y el sentido de lo público, también son valores cruciales para lograr resultados que produzcan beneficios para todos.