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¿Causas inútiles?

Al final lo que queda es preguntarse, si la huelga de los pilotos no fue una causa inútil que podía resolverse por otros medios. ¿Se justificó tanto sacrificio de todos?

12 de noviembre de 2017 Por: Pedro Medellín

Terminó la huelga de pilotos de Avianca. Y ocurrió de la peor manera posible para los sindicalizados, sin lograr que una sola de sus demandas fuera atendida y con la opinión pública en contra. Y, lo que es peor, con una empresa empoderada, cuyo dueño anuncia que van a iniciar procesos disciplinarios contra los huelguistas.

Quedan varias lecciones de lo ocurrido. La primera es que los pilotos no estaban preparados para meterse en semejante lío. No sólo porque nunca midieron las consecuencias de una medida tan dura como la que tomaron. Y tampoco supieron estructurar un pliego de negociaciones que hiciera sostenible y justificable sus reivindicaciones. Por eso son los perdedores.

El haber optado por la suspensión total de actividades, para un servicio del carácter especial como el transporte aéreo (en un país donde sólo dos líneas tienen una amplia cobertura nacional), afectó a cientos de miles de viajeros a los que se les cancelaron sus vuelos y los obligaron a sacrificar días de trabajo o de recreación con sus familias. Los costos económicos, sociales, familiares y laborales que ellos debieron asumir, fueron demasiado altos. Y los pilotos no supieron responder al llamado de los ciudadanos para buscar un arreglo rápido con la empresa.

Por otra parte, los pilotos no fueron capaces de poner sobre la mesa el problema central de sus acciones: la existencia de un problema serio de programación de los horarios de vuelo y los turnos de trabajos, que debía ser corregido. Expertos consultados afirmaron que, si bien no se salía de los parámetros establecidos por las autoridades aeronáuticas, en las empresas que vuelan en Colombia si hay casos en los que el nivel de fatiga y carga laboral de las tripulaciones, han podido llegar a poner en riesgo la seguridad de las operaciones. Y eso exige medidas que aún nadie toma.

La segunda lección es que el gobierno no estuvo a la altura del problema. El Ministerio de Trabajo se equivocó en el manejo, utilizando recursos ilegales como convocar el Tribunal de Arbitramento y tomando decisiones sin considerar las consecuencias, como la declaratoria del transporte aéreo, como servicio público esencial. Y ni el de Transporte, ni ninguna de las superintendencias u organismos de control intervinieron cuando los precios de los tiquetes de las demás compañías aéreas, alcanzaron niveles desproporcionados. Aquí nadie se preocupó por defender el bolsillo de los viajeros.

Y como si fuera poco, quedó en evidencia la debilidad estructural de Aerocivil, en el cumplimiento de los estándares de vuelo para las tripulaciones de las aerolíneas. Cuando los pilotos plantearon el riesgo implícito en la operación, como consecuencia del nivel de fatiga y carga laboral de las tripulaciones, los directivos de la entidad actuaron como si el problema no fuera con ellos.

Y la tercera lección, está en que, en una crisis como la que se presentó, el propósito de mantener una comunicación fluida con sus clientes y una actitud de mantenerlos informados sobre lo que sucede, siempre es rentable para una empresa. Eso le permitió a Avianca aparecer como la ganadora de la crisis. Pese a las pérdidas que tuvo como consecuencia de los casi dos meses de paro, el saldo que le queda es una posición sólida para acabar con lo que pueda quedar de organización sindical en su interior, y un nivel reputacional fortalecido como una empresa que hizo el mayor esfuerzo para resolver los problemas producidos por la huelga de pilotos.

Al final lo que queda es preguntarse, si la huelga de los pilotos no fue una causa inútil que podía resolverse por otros medios. ¿Se justificó tanto sacrificio de todos?