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Es hora de que Duque rectifique

El presidente Duque es uno de los responsables de la injusta inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo por parte del gobierno de Trump.

17 de enero de 2021 Por: Patricia Lara

El presidente Duque es uno de los responsables de la injusta inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo por parte del gobierno de Trump, la cual tendrá dolorosas consecuencias para el pueblo cubano pues, debido a ella, se complicará el plan de Biden de llevar las relaciones con Cuba al punto en que las tenía Obama, cuando los cubanos, entre otras cosas, podían tratarse con medicinas importadas sin mayores restricciones, recibían remesas de sus parientes en EE.UU., y los cruceros gringos atracaban en las costas cubanas generando empleo para los isleños.

Duque es responsable porque, para complacer a Trump y a los congresistas republicanos de origen cubano, tercamente se empecinó en exigirle a Cuba que violara el protocolo que firmó como garante del proceso de paz con el Eln, y que extraditara a los miembros de la comisión de diálogo de esa guerrilla que estaban en la isla en virtud de la solicitud que el Estado colombiano le hizo a ese país para que sirviera de sede de los diálogos. Y esa negativa sobre la extradición de los 'elenos', que para cumplir el protocolo, dio Cuba, es el argumento que usó el gobierno de Trump para incluirla en la macabra lista.

El protocolo firmado por las partes, que constituía un compromiso internacional, establecía que, en caso de ruptura de las negociaciones, como ocurrió a raíz del terrible ataque del Eln a la Escuela de Policía General Santander, en el que cruelmente murieron 22 cadetes, se acordarían unas coordenadas para que, en un lugar escogido de Colombia, aterrizaran los miembros de la comisión de diálogo del Eln, acompañados por delegados de los garantes; y pasadas 48 horas, el Ejército iniciaría su persecución.

Pero Duque se negó a ello, con lo cual dio a entender que desconfía de la capacidad del Ejército de capturar a los jefes guerrilleros, y dificultó que, en el futuro, otros gobiernos puedan terminar de hacer la paz, pues ningún país va a querer servir de garante de otro proceso, ya que existe el antecedente de que Colombia no cumple sus compromisos internacionales y, por ello, es factible que el que se preste como garante quede atrapado en una encrucijada de consecuencias lamentables, como le sucedió a Cuba.

Porque no hay derecho a que Duque cierre las puertas de la paz que puedan hacer futuros gobiernos; y porque no es justo que Colombia le pague a Cuba con semejante deslealtad el apoyo generoso que le ha prestado, es hora de que el Presidente rectifique y, en momentos en que se inicia en EE.UU., un gobierno partidario de acercarse a Cuba y de apoyar la paz de Colombia, reanude en La Habana los diálogos con el Eln.
Así, por una parte, aliviaría la situación humanitaria de los pobladores de los territorios en conflicto, que claman porque se retomen las negociaciones y se pacte un cese al fuego con el Eln, y mandaría un mensaje en el sentido de que Cuba no está apoyando el terrorismo sino colaborando con la paz.

Y el Eln, por su parte, también tiene la obligación de facilitar la reanudación de los diálogos y de aceptar cumplir lo que pide el gobierno: liberar a los secuestrados y cesar el reclutamiento de menores. Es lo mínimo que puede hacer para ayudar a que pronto saquen a Cuba, que ha sido leal con ellos, de la tenebrosa lista de países patrocinadores del terrorismo. Así que, señores del Eln, si ustedes saben lo que significa la palabra lealtad, tienen la palabra.

Sigue en Twitter @patricialarasa