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En sus manos está, ministro Trujillo

Este es un momento crucial. Porque si el Ministro de Defensa no deja claro que los malos son los corruptos, y no los que denunciaron la corrupción, sus buenas intenciones se quedarán tan solo en eso

24 de mayo de 2020 Por: Patricia Lara

Hay que reconocerle al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, su empeño en continuar la Operación Bastón que comenzó en el gobierno Santos, y en la que se empleó la contrainteligencia del Ejército para descubrir a los generales y oficiales involucrados en hechos de corrupción. El Ministro ha dicho que no le temblará la mano y que llevará la investigación hasta sus últimas consecuencias. Eso está bien. Esperamos que así sea.

Pero lo que no está bien es enviar mensajes ambiguos pues, por un lado, él hace esa afirmación contundente pero, por otro, da a entender que para poder producir una sanción social, revelar los nombres de los oficiales implicados y destituirlos debe esperar a que la Justicia se pronuncie, cuando en este país los procesos pueden durar décadas y se sabe, por el informe de la Revista Semana, que la anterior Fiscalía engavetó las investigaciones sobre los militares comprometidos. Y si no es porque Ricardo Calderón, jefe de investigaciones de Semana, destapa los chanchullos vergonzosos de ciertos oficiales, la corrupción hubiera seguido carcomiendo a sectores del Ejército.

Además, el Ministro informa que se perseguirá por igual a los militares corruptos y a los que filtraron información, ya que filtrar información es un delito, y todos los delitos deben perseguirse por igual. Eso es cierto si se trata, por ejemplo, de la filtración de información a los grupos ilegales o a la Oficina de Envigado, como en efecto la filtró un general. Pero si se trata de filtrar información a la prensa para hacerle un bien a la institución, como ocurrió cuando los periodistas de The New York Times y de Semana fueron enterados de que en el Ejército se habían introducido directrices que podían conducir a que se reanudaran los atroces falsos positivos; o cuando se dieron a conocer las últimas chuzadas a periodistas, funcionarios o políticos; o cuando se revelaron las redes de corrupción descubiertas por la Operación Bastón, el tratamiento debería ser distinto. Es más, a esos militares honestos y comprometidos con la pureza de su institución, en lugar de tratarlos como delincuentes deberían tratarlos como héroes, sobre todo si se tiene en cuenta que lo que ocurrió fue que algunos militares honestos, preocupados y desilusionados ante el hecho de que el primer comandante del Ejército del presidente Iván Duque, general Nicasio Martínez, y algunos de sus colaboradores, apenas llegaron a sus puestos de mando empezaron a desmontar la Operación Bastón y a desmantelar el equipo que estaba llevándola a cabo, pusieron a salvo los archivos de la investigación y le hicieron saber a la prensa lo que habían descubierto. Y solo entonces las autoridades comenzaron a actuar…

Este es un momento crucial. Porque si el Ministro de Defensa no deja claro que los malos son los corruptos, y no los que denunciaron la corrupción, sus buenas intenciones se quedarán tan solo en eso, y los chanchullos seguirán in crecendo porque habrá quedado entronizada la cultura del tapen, tapen, tapen.

Y lo más grave que podría sucederle a este país, es que las Fuerzas Militares se corrompieran.

Así que con la Operación Bastón, Carlos Holmes Trujillo tiene una oportunidad de oro: o pasa agachado y nada trascendental sucede, o actúa con la transparencia y la firmeza con que lo hubiera hecho un Carlos Lleras Restrepo, y pasa a la historia.

En sus manos está...

Sigue en Twitter @patricialarasa