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Los padres del Zoom

El niño regresó al colegio, tras meses de distanciamiento social y clases por Zoom.

15 de noviembre de 2020 Por: Paola Guevara

El niño regresó al colegio, tras meses de distanciamiento social y clases por Zoom. Le presentaron el caballete, el lienzo y las pinturas de colores, pero se negó a emprender alguna obra, pese a la insistencia de las maestras. “Es que prefiero los cuadros que me hace mi mamá, porque ella sí sabe dibujar bonito”, confesó al cabo de un rato el pequeño.

En los tiempos de la pandemia, plagados de buenas intenciones y abocados -sin entrenamiento previo- al desconocido oficio pedagógico, los padres han estrenado cargo como asistentes pedagógicos, policías de la buena conducta o gerentes de pegado, recorte y factorización.

Muchos planean revoluciones grupales por el chat de secundaria, inconformes con el exceso de tareas, o con la falta de ellas, cada quien según su parecer y aplicando a la inversa el imperativo categórico de Kant: quieren que el ritmo de su adolescente se convierta en ley universal.

En franco empirismo algunos padres descubren habilidades y talentos, mientras otros van aprendiendo a no arrancar el lápiz de la mano del niño, a no borrar la letra invertida del cuaderno de español, a no soplar respuestas en la clase de inglés, y a practicar la meditación Zen cuando el hijo se rebela contra la dictadura del Zoom y se dispone a romper la celda que le devuelve su imagen aprisionada.

Pasaron de dirigir empresas a dirigir, además, el crecimiento del frijol en cama de algodón. Pasaron de la competencia profesional a la adicional frustración del volcán que no explota, y a la conquista de un reto quizá más complejo que la ruptura del techo de cristal corporativo: ganar la compostura cuando se quiere gritar, ganar la paciencia cuando se quiere estallar, ganar la pausa para respirar, ganar el permiso de venirse abajo para renacer.

Ganar, en fin, el polo a tierra cuando las idealizaciones hacían soñar con niños que nacieran aprendidos, y multiplicaran, y leyeran más rápido que los hijos del vecino, en esta sociedad donde no solo Donald Trump está obsesionado por abrazar el éxito, proyectar la victoria y eludir la derrota.

La escuela no ha sido solo para los hijos. Ha sido, sobre todo, para los padres, en este 2020 que vino a enseñarnos que delegábamos en la escuela muchas competencias que dábamos por sentadas, y otras de las que -ni siquiera sabíamos- carecíamos por completo. A esta hora hay una madre o un padre que luchan batallas privadas, personales, emocionales, financieras, que no por ser domésticas son menos trascendentes. Para todos, ánimo.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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