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La magia del silencio

El aburrimiento es un regalo, porque enseña a pensarse uno mismo, a cultivar bosques interiores, a reconocer accidentes geográficos y abonar senderos de flora emocional.

10 de febrero de 2019 Por: Paola Guevara

Queremos salvarnos y salvar a otros, en especial a los niños, del aburrimiento. Pero olvidamos que el aburrimiento es un regalo, porque enseña a pensarse uno mismo, a cultivar bosques interiores, a reconocer accidentes geográficos y abonar senderos de flora emocional. Volví a recordar estas escenas de mi infancia hace pocos días, con ocasión del Hay Festival.

Una de las charlas más interesantes de este encuentro anual, en torno a las letras y el pensamiento, fue la que sostuvieron Mario Mendoza (excepcional entrevistador, empático, exhaustivo, respetuoso, bien preparado y oportuno) y la monja budista Kankyo Tannier.

Kankyo, autora de ‘La magia del silencio’, columnista de The Huffington Post y conferencista TED, vivía en un monasterio de Alsacia, hasta que decidió vivir sola en una cabaña en medio de los bosques y hoy viaja por el mundo para enseñar a aplicar los principios del budismo en la vida cotidiana.

Sobre el aburrimiento afirma: “Se cree que la soledad es el comienzo de la depresión, pero todos los problemas de la humanidad empiezan con una persona que no sabe estar sola en el centro de la habitación. Después del aburrimiento algo pasa. Abúrranse, apaguen el teléfono y vean qué pasa”.

Consejo que cobra importancia en un contexto como el colombiano, tan saturado de discursos violentos, de ideas fijas, de deificación de la guerra, de justificación de las armas; de la cloaca de Twitter donde el límite de caracteres reduce a tal punto el argumento que resulta más fácil caldear emociones tan primitivas como el odio y el miedo.

Aclara Tannier que el concepto de silencio no se refiere solo al sonido. Habla también del necesario silencio visual, pues vivimos en una sociedad de pantallas que nos conduce a una hipnosis permanente.

Y qué decir del silencio espacial, pues acumulamos objetos sobre objetos hasta el punto de vivir, sin darnos cuenta, en espacios que se convierten en caldo de cultivo para la ansiedad, la falta de descanso y de sueño, sin que sepamos por qué.

Hace falta cultivar el vacío, dice, “desprenderse de los objetos redundantes y dejar suficiente espacio abierto para desplegar las alas, y volar nosotros en él”.

El minimalismo que en literatura se expresa a través del haikú, breve poema japonés de 17 sílabas, Kankyo invita a apreciarlo en la naturaleza. El haikú del bosque. El haikú del viento. El haikú de los pájaros. El haikú de la relación pura con los animales, que no conocen nuestros títulos, logros o fracasos, ni se inmutan por la idea sobrealimentada o desnutrida que tengamos de nosotros mismos.

En medio de las noticias demoledoras de la más reciente semana, bien valdría poner en práctica lo que ella llama “La cura del silencio”. Retirarse. Cada cual en su casa. Unas horas o un par de días. En silencio identificar nuestras emociones, conocerlas, dejar de temerles, permitirles hablar y escuchar lo que ellas intentan decirnos. Entre el adentro y el afuera, buscar el camino del medio.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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