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Apostar al 1324

Una simple decisión, como la de pasarse un semáforo en rojo, resulta a veces irremediable como la muerte.

17 de abril de 2022 Por: Vicky Perea García

Una simple decisión, como la de pasarse un semáforo en rojo, resulta a veces irremediable como la muerte.

La lamentable muerte de Freddy Rincón nos conduce a pensar en el peso de las pequeñas elecciones cotidianas: tomar un trago antes de conducir, o no; esperar unos pocos segundos o atravesar de inmediato, respetar una señal de tránsito u obviarla, calcular la resistencia ante el sueño o soportar el cansancio, elegir la relativa comodidad antes que la seguridad.

Todos hemos tomado decisiones como estas, que hoy con el caso de Rincón nos confrontan. Qué nos permitimos en las calles, al volante. Qué permitimos a otros, que conducen, y a los que seguramente amamos, o en los que seguramente confiamos. ¿Ha sido cuestión de suerte no haber sufrido consecuencias mayores?

Qué costosos han resultado un par de segundos. Una vida truncada, la de un ídolo. Una vida en grave peligro, la del conductor del MÍO.

Leo en las noticias que ante el estupor por la muerte del histórico goleador, muchos salieron en masa a apostar con el número de la lápida de Rincón. Qué soluciones tétricas resultan de un hecho tan lamentable.
El sepulcro D1 324 parecía contener las instrucciones ganadoras del chance, aunque luego fuera bloqueado por las casas de apuestas. Jugar los números de una lápida que contiene unas cifras relacionadas con fechas y eventos (día 13, año terminado en 2, mes 4) responde a lo que somos como sociedad: más apostadores que cuidadores.

Apostamos a ser salvados por la suerte. Apostamos a que la aleatoriedad estará de nuestro lado. Apostamos a que no ha llegado la hora de nuestra muerte. Apostamos pues en el fondo creemos, en esta sociedad de valores infantilizados, que las consecuencias de los actos son para los otros, nunca para nosotros.

No extraña que veamos la vida y las calles, los volantes y los frenos, los aceleradores y los semáforos, el grado de alcohol en la sangre y el sentido de las calles, como otra apuesta más, que seguro ganaremos de las garras de la muerte. Hasta que no.

A Freddy, gracias por los goles. Por tantas alegrías generacionales. Por usar su talento y disciplina para abrir caminos por los que ahora nuevas generaciones transitan. Al conductor del MÍO, fuerza, reconocimiento, aliento, energía. A nosotros, mejor apostar por la prudencia. Mejor apostar por el sentido del otro. Mejor apostar por la inteligencia vial.
Mejor apostar por no traer tragedia y desgracia donde solo debería reinar la vida.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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