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Ambientalistas y terroristas

Que no negocien los ambientalistas. Que nos llenen de terror al deshielo, de pánico a la extinción del oso polar.

28 de julio de 2019 Por: Paola Guevara

Esta semana el alcalde de Cali, Maurice Armitage, dijo en un encuentro de socialización de obras, en la comuna 22, que es más fácil arreglar con un terrorista que con un ambientalista.

Luego aclaró y corrigió el sentido de la polémica frase ante la oleada de críticas, pero más allá de la anécdota es cierto que los ambientalistas negocian sus principios con mucha menos facilidad que los terroristas. Y suerte tenemos de que así sea.

Porque, para empezar, los ambientalistas tienen principios honorables, de preservación del planeta y protección de las especies; son sensibles al dolor de los animales y voz de todas las especies cuyo lenguaje ignoramos y subestimamos con humano narcisismo.

Los terroristas, que negocian mejor, vuelan oleoductos y se sienten justificados a hacerlo. Bañan de petróleo las alas de los pájaros y asfixian los ríos sin sonrojo.

Mientras los terroristas ceden poder a cambio de participación en el juego electoral, los malos negociantes que son los ambientalistas se van a vivir con los gorilas y, qué mal negocio, se convierten en mártires como Diane Fossey, quien luchaba contra los cazadores en Ruanda y fue asesinada a machete por no transar la extinción de los primates.

Qué malos negociantes son los ambientalistas, como Greta Thunberg, la niña autista de 15 años que empezó una huelga estudiantil por el calentamiento global, y cuya voz solitaria puso en jaque a los líderes políticos de Suecia, y de todos los países desarrollados.

“Ustedes dicen que en la vida nada es blanco o negro. Pero es mentira. Una mentira muy peligrosa. O impedimos un aumento de la temperatura de 1,5 grados centígrados o no lo impedimos. O evitamos disparar esta reacción en cadena irreversible que ya escapa al control humano... o no lo evitamos. O elegimos continuar como civilización o no lo elegimos. Esto es incuestionablemente blanco o negro. No hay grises cuando se trata de sobrevivir”, dice Thunberg en su manifiesto.

Si los terroristas renuncian a su estela de muerte y negocian los linderos de su violencia, los inocentes ganan. Si los ambientalistas negocian su defensa del planeta, en cambio, todos perdemos.

Que no negocien los ambientalistas. Que nos llenen de terror al deshielo, de pánico a la extinción del oso polar, de conciencia por el consumo, de dolor por los árboles, el agua y las zarigüeyas. Que sigan viendo el mundo en blanco y negro, para que no tengamos que verlo rojo de tanto arder.

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