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Una coqueta que enamora

Hay algo que la hace distinta. Quizás sea esa conexión instantánea que logra con quien la mira a los ojos y entonces puede verle en ellos el alma. Y eso es sin duda lo que explica que tantos se enamoren de ella.

2 de agosto de 2017 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Hay algo que la hace distinta. Quizás sea esa conexión instantánea que logra con quien la mira a los ojos y entonces puede verle en ellos el alma. Y eso es sin duda lo que explica que tantos se enamoren de ella. De su dulzura, de su carisma, de su piel morena, de su sabrosura.

Hay quienes la califican de coqueta. ¡Y qué! No es pecado ser coqueta, cuando serlo es un atributo de simpatía y amabilidad, como pasa con ella.

No es perfecta, está muy lejos de la perfección. Tiene un montón de líos a cuestas que la atormentan y que le duelen tanto al que la quiere de verdad y sufre cuando hay quienes disfrutan de sus caídas. A veces pareciera estar en un laberinto dando vueltas en sus mismos problemas, sin encontrar la salida a ninguno de ellos. A vivir tranquila; a tener cómo ayudarle a todos los que viven bajo su techo; a poder salir y moverse sin contratiempos, a que no le falte la salud...

Hace un par de noches la vi en escena y entendí de nuevo por qué tantos le rinden tributo. Ocurrió en la Calle Quinta, en la Topa Tolondra, uno de esos templos de culto a la salsa, a la vida, al goce pagano. Allí la vi moverse, liberarse de su estrés, de sus agobios. Sonreía, bailaba y guardaba imágenes en su teléfono. Allí vi cómo Orlando Marín, una leyenda del timbal, que se asoma a los 90 años, le recordaba lo feliz que estaba de verla de nuevo, luego de 24 años. Y cómo los maestros Edy Martínez y Alfredito Linares tocaban el piano de manera magistral para complacerla, para robarle sus aplausos. Estaban también Los Niches, tocando madera; los de la vieja guardia, los de la foto, los de la Última Cena Salsera, los extranjeros, los universitarios, los periodistas y los melómanos viéndola, viviéndola, sintiéndola, gozándola.

Cómo eres de bella y noble, mi Cali. Cómo exorcizas las penas y te apoderas de caleños y caleñas que se mueven a tu ritmo, como si mañana no hubiera más vida; como si el mudo se detuviera para amarte, coqueta. Cómo eres de dulce en el saludo de tu gente, en la sonrisa amable con que recibes al de afuera; en la solidaridad con el que solo te tiene a ti, en la capacidad de mirarte de tantos colores, sin sentir vergüenza por ninguno de ellos. Cómo te ves de moderna en ese pedazo de video que sobre ti hizo Jorge Barney, y que acompaña la canción ‘Volver a verte’, que Jose Aguirre te compuso hace unos días y que habla tanto de lo que eres hoy.

Aunque a veces pareces inmersa en un espiral de violencia que no se aparta de tu destino; aunque a veces pareces destinada a abrigar a tantos teniendo tan poco, hay momentos como el de esa noche en ‘La Topa’ cuando uno redescubre tu esencia y entiende por qué ayer, hoy, mañana y siempre te amará eternamente con locura de la buena. #CaliSeVe

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