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La moza del General

De las múltiples especulaciones que se han tejido en torno al secuestro...

4 de diciembre de 2014 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

De las múltiples especulaciones que se han tejido en torno al secuestro del general Rubén Darío Alzate hay una que se repite de boca en boca, de foro en foro, incluso con una sobradez impresionante: el General andaba con su novia, que para efectos del estado civil del militar y en lenguaje coloquial viene siendo la moza. Incluso, hay una versión que señala que Alzate y la abogada Urrego, acompañados por el cabo Rodríguez, estaban dando un paseo por el Atrato, porque en Quibdó no hay mucho que hacer. Y que el General, muy católico él, paró en Las Mercedes, al ver una iglesia, y se bajó a rezar porque era domingo, Día del Señor.He visto cómo se dan interpretaciones a la mirada de la esposa, Claudia Farfán, cuando el general Alzate explicó su verdad sobre el secuestro y su retiro de las Fuerzas Militares. Y también, sobre la mirada de la abogada Gloria Urrego, en las polémicas fotos tomadas durante el cautiverio. Escuché también con que vehemencia la esposa de Alzate afirmó que confiaba plenamente en su marido.Lo siento si para muchos peco de ingenua, pero prefiero serlo, antes que ligera. No creo, ni hoy que están libres ni cuando los secuestraron, que hubiese una historia de amor furtivo detrás del secuestro que puso en vilo las negociaciones de paz en Colombia. En la pasada columna cuestioné que muchos justificaran el secuestro, sin obviar y minimizar las imprudencias cometidas, porque el General dio papaya, así como cuando a usted lo roban es porque da papaya y termina siendo culpable y victimario. Pasa similar con esta conjetura irresponsable de la novia, y con nuestra tendencia al prejuicio y al estigma.Hay que ver los comentarios de los foros en las notas relacionadas con este caso. Y los que hay que oír de viva voz. Porque en la teoría de la especulación, y de esa sí que ha habido en este caso, todo es posible. Incluso, plantear una aventura en el río Atrato y burlarnos de la dignidad de Alzate, su esposa y la abogada Urrego. En el oficio del periodismo, que ejerzo hace más de 18 años, como en tantos otros oficios donde la investigación es un arte serio y riguroso, es imposible sentenciar sin tener las pruebas. Porque usted puede presumir, olfatear, intuir, principio de las grandes revelaciones, pero no condenar a partir de hipótesis.Cuántas veces hemos juzgado y destrozado la reputación de otros, por presunciones. Cuántos falsos testimonios hemos levantando sin pruebas. Y ahora, nos resulta muy fácil y gracioso decir que al general Alzate se le acabó la carrera por andar de paseo con la moza. ¡Hágame el favor!