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La ciudad de la furia

Justicia por mano propia. Desconfianza en la autoridad. Poca fe en el...

28 de julio de 2016 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Justicia por mano propia. Desconfianza en la autoridad. Poca fe en el sistema judicial. Momento de pánico frente al que no se sabe cómo se va a reaccionar. Desespero, rabia y cansancio, mucho cansancio por tantos atracos y hechos delictivos. El caso de una mujer que tras un atraco atropelló a su presunto agresor y a otro joven que murió (aún no se ha confirmado que haya sido otro asaltante) ha generado todo un debate ciudadano en torno a cómo reaccionaríamos frente a una situación similar.En el foro en Facebook de este diario, más de 1.500 personas comentaron qué harían y en la mayoría de opiniones coincidieron en que de ser intencional la reacción de la mujer de atropellar al asaltante, la respaldaban rotundamente. Digo de ser intencional porque no conocemos la minucia del hecho, pero el escenario sí nos permite reflexionar frente al mismo.Yendo más allá de esa masiva ‘solidaridad’ de quienes consideran que el derecho a responder de la víctima es válido, lo que en el fondo nos debe preocupar es cómo el agobio en ocasiones nos lleva a considerar que está bien y es legítima una reacción que incluso termine en un homicidio, porque ¿cuántas veces ocurre a la inversa? ¿cuántas víctimas murieron en la calle, a manos de un ladrón? En mi caso, y lo digo de manera enfática, no contemplaría ni por un segundo irme contra el asaltante si estoy en mis cabales y no fruto de un estado de shock, que, científicamente está comprobado, puede sobrevenir en una escena violenta.No es mi intención juzgar al que respalde el derecho a responder frente a la agresión de un ladrón, pero sí hacer un llamado a la ponderación.Sería bueno analizar por qué en una ciudad como la nuestra, donde muchos hemos sido víctimas de la inseguridad, la psiquis termina aprobando lo inaprobable. Por situaciones como esta nunca he estado de acuerdo con que en Cali se permita el porte de armas, con todo y que insistan que los delincuentes sí están armados y que tenemos derecho a defendernos. Sería como volver al lejano oeste. Este caso y el debate generado lo que debe propiciar es una reflexión profunda en torno a lo que como ciudadanos y como autoridad debemos hacer para buscar la tranquilidad, porque sin que las cifras hayan aumentado notoriamente, sí atravesamos un pico alto de percepción de inseguridad, por cuenta de delitos de impacto, como el citado. Porque más que preguntarnos qué haríamos en un hecho similar, estaría bueno que la autoridad le diera mucha más importancia al tema de la seguridad y que los ciudadanos miráramos qué aportar en el día a día, para que situaciones extremas no nos dejen sin juicio y la nuestra termine convertida en la ciudad de la furia.Sigue en Twitter @pagope