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Feminicidios por sicariato

La violencia de género es, desde hace mucho ya, una pandemia mundial capaz de mimetizarse entre tantos otros delitos, o lo que es peor, servirse de ellos, como lo hace con el sicariato

1 de julio de 2020 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

La hipótesis es extremadamente cruel: el hombre decide que se quiere deshacer de ella, contrata un sicario y la manda a matar. Así, el crimen aparece como un homicidio más, es investigado sin mayores pistas y las posibilidades de que la Justicia lo señale como autor de los hechos son mínimas. Conclusión: el asesino logra su cometido, la Justicia no abre una investigación como feminicidio y es altamente probable que el caso quede impune.

Si usted revisa en una sola semana el registro de muertes violentas de su ciudad, es muy probable que se encuentre con 2, 3 y hasta más casos de crímenes de este tipo. El pasado 26 de junio, por ejemplo, se reseñaron tres asesinatos de mujeres en menos de 24 horas, a manos de sicarios: una, en el barrio Prados del Limonar; otra en el barrio Aranjuez y una más en el barrio San Jorge de Yumbo. Este martes, hubo otro en El Templete. Y así, los casos se repiten una y otra vez. La investigación y el tiempo nos dirá qué pasó, qué hubo detrás. O quizás no.

El Observatorio Feminicidios Colombia ha contado entre el 16 de marzo y el 30 de junio 124 de estos delitos en todo el país. Y entre los hallazgos que exponen está la creciente tendencia de feminicidios por sicariato. Estefanía Rivera, su coordinadora, lo conecta con la alta posibilidad de impunidad, a la relación con las armas de fuego tan nuestra, a la poca capacidad del Estado para controlarlas y a la carga simbólica tan fuerte que trae el dejar el cuerpo baleado expuesto en público.

El próximo lunes 6 de julio, se cumplen 5 años de la Ley 1761 más conocida como Ley Rosa Elvira Cely, que tipifica el feminicidio como un delito autónomo en Colombia, cuando la mujer es asesinada por su condición de mujer; cuando se ejerce una relación de poder sobre ella, o por motivos de identidad de género. Sin duda, un avance en la legislación, frente a la realidad de otros países del continente, pero aún con pendientes frente a los altos índices de impunidad que traen consigo prácticas como la de contratar un sicario.

Frente a los registros oficiales que distan mucho de los hechos por organizaciones civiles, vale la pena escuchar a quienes día a día estudian la criminalística de este delito. Sobre todo en departamentos como el nuestro, que junto a Antioquia encabeza la tabla de feminicidios nacional. Ayer, la víctima 2o de este año fue María Angélica Castro, en Vijes, asesinada por su pareja sentimental en su vivienda, y quien luego intentó suicidarse. Historia repetida.

La violencia de género es, desde hace mucho ya, una pandemia mundial capaz de mimetizarse entre tantos otros delitos, o lo que es peor, servirse de ellos, como lo hace con el sicariato. Por eso, nunca serán suficientes las voces que se alcen para prevenir las agresiones machistas que siguen enquistadas en la sociedad.

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