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El odio al orgullo gay

Hay una involución, no hay duda. Como cuando un hombre baja una bandera Lgbti del Pueblito Paisa y la rompe con una navaja. O cuando ocurre algo similar en Pasto. O en una localidad de Bogotá.

3 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

“Semejante marica, lo que le faltó fue correa”. “VIH, Sífilis, Gonorrea, Clamidia, Herpes... (escritas sobre los colores de la bandera Lgbti)”. “Quién les manda a salir del clóset”. “Dios creó a los varones y a las hembras. A los maricas los hizo el diablo”. “Este mundo se nos llenó de locas”.

Frases que se dicen y se publican sin pensar, sin digerir. Palabras que hieren y que reflejan la escasa capacidad que tenemos de entender al otro. Odio. Discriminación. Homofobia.

Increíble, en más de dos mil años de existencia no hemos podido extirpar estos cánceres de la condición humana. Por el contrario, nos regodeamos en la burla, el chiste malo, la mirada estigmatizante, el prejuicio contra quienes tienen una identidad de género distinta a la suya, a la mía, a la heteronormativa.

Hay una involución, no hay duda. Como cuando un hombre baja una bandera Lgbti del Pueblito Paisa y la rompe con una navaja. O cuando ocurre algo similar en Pasto. O en una localidad de Bogotá. O cuando se publica en este diario un informe sobre las barreras que enfrentan las personas Lgbti en Cali y ello produce reproches o agravios. O como cuando un periodista escribe en Twitter su experiencia al contarles a sus padres que era gay y un reconocido locutor le responde diciéndole: “semejante marica, lo que le faltó fue correa”.

No puedo entender de dónde sale tanta cobardía para decir tal desfachatez. Y no por ello nos vamos a ir al otro extremo de validar que se responda con violencia a quien el machismo rija su vida, porque caemos en el mismo discurso del odio, que por más opresiones vividas no se justifica. Así empiezan los radicalismos, en un mundo donde las religiones producen guerras y donde la ‘lgbtifobia’ fue la razón de que muchas personas sufrieran atrocidades en los conflictos, con el pretexto de que había que castigarles, corregirles.

Fíjense, mientras hay tanta gente ocupada en odiar, una foto llena de amor nos deja una profunda lección: en ella aparecen Sergio Camacho Iannini, el periodista al que insultaron en Twitter, y su mamá, Adriana Iannini, en la marcha del Orgullo Gay del domingo, con la bandera sostenida a cada lado por ella, por él.

“Gracias mami por compartir esta lucha. Sin ti, esto no sería posible. Hoy pedimos igualdad en derechos. #pride2019”, dice el mensaje que la acompaña. Cómo no agradecerle a quien el día que le contó su verdad le respondió con un ‘hoy te amo más que nunca, hijo’. Sergio está blindado, el amor lo protege.

Necesitamos más mamás como Adriana y menos odiadores que insultan o rasgan banderas. Necesitamos más invitaciones y más himnos al amor (All you need is love) para combatir tanto rencor y discriminación. 

Sigue en Twitter @pagope