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El novelón del Valle

No sé qué es peor: si suspender -quién sabe hasta cuándo- las...

23 de diciembre de 2010 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

No sé qué es peor: si suspender -quién sabe hasta cuándo- las elecciones atípicas a la Gobernación del Valle o salir de una vez por todas del limbo político y jurídico en que ha estado inmerso el Departamento, desde el 5 de mayo de 2010, cuando fue destituido Juan Carlos Abadía.Y digo que no sé qué es peor, no porque apoye las atípicas –que son un despropósito en cualquiera de los escenarios pensables– sino por la tremenda novela que se desencadenó, desde que la procuradora delegada María Elena Carreño leyó el fallo que dejaba por fuera del Palacio de San Francisco, al controvertido político.Primero fue Abadía quien, al mejor estilo de los dramas mexicanos, dijo que lo suyo era una persecución y que nunca participó en política, como lo señala el fallo que lo destituye. Luego apareció un Gobernador (e), al que no le duró mucho el reinado, porque gracias a una tutela, el 5 de junio regresó a su cargo Juan Carlos Abadía; en una discutida decisión del Consejo Seccional de la Judicatura. Cuando el protagonista de esta novela se volvía acomodar en su cargo, el Consejo Superior de la Judicatura lo volvió a sacar de San Francisco. ¡El rating se disparó!Al quedar otra vez el cargo acéfalo, empezó la especulación, como en el mejor de los realities: que deben elegir entre una terna del Partido de Abadía; que había que convocar elecciones de nuevo; que el Presidente tenía potestad para designar Gobernador... en fin. La atípica situación dejó al desnudo que la jurisdicción en estos casos no es lo suficientemente clara.Y al mejor estilo de las series que buscan recuperar su público, justo un día antes de irse Uribe del gobierno designó a Francisco José Lourido como Gobernador del Valle. Un aparente final feliz, que días después volvió a quedar trunco, al anunciarse que finalmente sí habría elecciones. Así llegaron las campañas, la medición de fuerzas de caciques electorales; los séquitos de lagartos buscando arrimarse a buen árbol; las voces que decían que en La Picota nos iban a imponer Gobernador... otro insoportable capítulo del culebrón.Hoy, cuando hemos pasado un par de meses de campaña, se aplazan indefinidamente las elecciones de enero, por causa del invierno. Aunque la mayoría siga pensando que es un desgaste hacer dos elecciones en el 2011 y que gastar $15.000 millones en las atípicas es un exabrupto, el drama sigue en suspenso. Para desdicha de un Departamento que se merece mejor suerte, que sufrir las secuelas de una mala administración. Dios quiera que el alargamiento de este novelón del Valle sirva al menos para que los malos del paseo queden, como novela colombiana que se respete, viendo un chispero.