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Cuidado en la calle, ‘cuidao’ donde quiera

No hay una sola semana que no veamos las imágenes de robos en restaurantes, tiendas, almacenes, cuadras de barrio, en todas partes.

29 de agosto de 2021 Por: Vicky Perea García

‘Cuidao’ en el barrio
‘Cuidao’ en la acera
Cuidado en la calle
‘Cuidao’ donde quiera,
que te andan buscando.

Así como dice este clásico, tan sonado en la rumba caleña, están las cosas en nuestra ‘Ciudad de Dios’. Los asaltantes andan desesperados buscando en las calles, en el barrio, a quién atracar. No hay límites ni temor a ser descubiertos. Lo ocurrido el jueves a plena luz del día, con una horda de ladrones asaltando masivamente frente al Cementerio Central, y que vimos por videos que se viralizaron por todo Cali, nos dejó más asustados que de costumbre. A pesar de que lograron capturar a cuatro de los delincuentes, la impresión que nos quedó grabada es que en cualquier momento esta situación se puede repetir.

Y claro, no es la primera vez que algo así pasa en las tan denunciadas y tenebrosas caravanas fúnebres de las que he escrito hasta el cansancio en este espacio. La cuestión es que ahora son muchos más los que se juntan, infiltran los cortejos, hacen hasta para vender y se dan a la fuga.
Bien lo dijo una de las víctimas de este asalto masivo “fue como una escena de ficción. Un caos horroroso. Eran como 40 personas robando. Estábamos invadidos. Se llevaron computadores, plata, maletines, joyas, fue impresionante”.

Hay que admitir que el control de estas caravanas se convirtió en una pesadilla para la Policía. Peor aún, que el tener que destinarles vigilancia especial a todas es imposible, aunque he visto cualquier cantidad de estos desfiles escoltados para evitar los desmanes que allí se presentan, más allá de la consabida música con bafles sobre los carros, las serenatas en vivo y lo estresante que resulta escuchar los disparos que, con arma traumática o con lo que sea, lanzan al aire a su paso. La espantosa herencia de la cultura traqueta que nos quedó enquistada en el alma de esta ciudad.

Más allá de ello preocupa que lo de las caravanas no sea un hecho aislado. No hay una sola semana que no veamos las imágenes de robos en restaurantes, tiendas, almacenes, cuadras de barrio, en todas partes. Cali está presa de la delincuencia, con altos índices de criminalidad y asesinatos en restaurantes que se volvieron paisaje.

Las cifras están sobre la mesa. Según el informe de ‘Cali cómo vamos’, entre enero y el 18 agosto se han registrado 814 homicidios, 180 casos más que en igual periodo de 2020. Las denuncias de hurtos a personas (tengamos en cuenta que el subregistro es grande) entre enero y julio fueron 9283 frente a 7112 del 2021. En estos mismos siete meses se robaron 923 vehículos y 1694 motocicletas; asaltaron 2069 establecimientos comerciales, 16 entidades financieras y 804 residencias.

Es necesario reconocer que se han implementado planes como ‘Cali seguro por un futuro’, ‘Rutas seguras deportivas’, ‘Policía de vecindario’ y el cambio en la Secretaría de Seguridad, con un coronel en retiro al frente. Pero los resultados nos dicen que no es suficiente, que la inversión en seguridad y el recurso humano debe aumentar y que se requiere autoridad, antes que pensar en la cantada inversión social como única salida.

Por más que nos duela lo tenemos que aceptar: Cali es extremadamente insegura y asusta. No es cuestión de percepciones, sino de realidades. No hay excusas, debe ser prioridad Uno A, tanto local como nacional, atacar con medidas prolongadas un problema que afecta el sistema nervioso de una ciudad que ya no soporta más vivir atemorizada y resignada, como dicen Blades y Colón, a andar siempre con cuidado en la calle, ‘cuidao’ donde quiera.

Sigue en Twitter @pagope