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El presidente Santos insiste en que todo va bien y en que...

11 de agosto de 2012 Por: Paloma Valencia Laserna

El presidente Santos insiste en que todo va bien y en que los colombianos somos incapaces de comprender lo que estamos viviendo. Sus discursos sostienen que todos los problemas son percepciones y que a su gobierno sólo se le podría señalar un defecto: la falta de comunicación de sus logros.Es un diagnostico extraño, pero más desconcertante aún es el responsable: “El problema del Ministerio de Comunicaciones es que no comunica”; dijo el Presidente. Será tal vez una nueva función que pretende asignarle al MinTics. La propaganda estatal ha sido propia de los regímenes totalitarios que buscan confundir a la opinión para alterar la manera como se interpretan los hechos o incluso, en casos más severos, tergiversarlos. En las épocas donde tuvo apogeo su efectividad fue deficiente: la ciudadanía fue capaz de evaluar adecuadamente lo que hace un gobierno. La propaganda terminó siendo útil sólo hacia fuera; por eso los regímenes tenían que tener entradas y salidas restringidas, información controlada y muchos secretos. Es un engaño muy difícil de ejecutar en estos tiempos; hoy la información circula sin control ni restricciones por medios diversos; las comunidades reaccionan, protestan, se indignan.El ejercicio de mera comunicación que es, seguramente, lo que reclama el Presidente tampoco es función del Estado y es también inútil. Los resultados de un gobierno no necesitan propaganda: no necesitan editoriales, ni noticieros, ni estrategias; la naturaleza de la acción estatal permite que los ciudadanos vivan esos resultados. El Estado es un agente económico evidente, sus obras son visibles, sus acciones todas tienden al mejoramiento de las condiciones de vida de los colombianos, y si esa mejora no se da, si los resultados estatales no son palmarios, es porque son inexistentes.El Presidente debería saberlo; ha sido un especialista en manejo de medios –los cuales casi todos insisten con él en que todo está bien- y pese a ello, la opinión pública se aleja del mensaje enviado. De poco sirve que se diga que algo es de determinada manera cuando el ciudadano con sólo salir a la calle puede corroborar que no es cierto.Merece atención la tendencia de este gobierno a manipular y presionar la opinión de los medios de comunicación para evitar cualquier divergencia. Mucho se ha dicho de la gravedad que supone la estigmatización que hace el Presidente de los opositores a quienes ha llamado “mano negra”, “idiotas útiles” o “aliados del terrorismo”; no hace falta profundizar más en el asunto. Se habla de los “razoneros” del Presidente, de las llamas a los diversos medios de comunicación, de la excesiva pauta estatal; a ello se suman las declaraciones de Ana Mercedes Gómez, exdirectora de El Colombiano: “Durante mis 22 años como Directora, me tocaron seis presidentes. Con todos tuve diferencias y afinidades. Pero con el único que tuve que enfrentar presiones, directa e indirectamente, fue con el actual. En tres ocasiones y en momentos distintos, Santos envió a emisarios para decir que les bajáramos el tono a los editoriales. Les dije que iba a reflexionar y a mirar si habíamos sido injustos, pero comprobé que no. Y por eso me mantuve en la misma línea. Eso tuvo un alto costo para mí”.No es un asunto menor. El Presidente no puede convertirse en un factor adicional de presión a la libertad de opinión asediada y amenazada por los violentos.