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Resultados inesperados

La razón de ser de los partidos políticos es obtener el poder a través de un candidato que represente sus ideas y seduzca a las mayorías.

10 de febrero de 2017 Por: Óscar López Pulecio

La razón de ser de los partidos políticos es obtener el poder a través de un candidato que represente sus ideas y seduzca a las mayorías. Para ello se establecen procesos de selección que en teoría deben desembocar en la escogencia del mejor candidato. Donde hay mayor organización de los partidos es en Estados Unidos: primarias de los dos partidos tradicionales en todos los estados, selección de candidatos por una mezcla entre los resultados de las primarias y la oficialidad de los partidos, voto universal para elegir un colegio electoral que escoge al ganador. El talón de Aquiles de ese procedimiento que busca generar el mayor consenso entre la población y los estados, es que el ganador de cada estado se lleva todos los votos electorales del respectivo estado, lo cual ha dado ya un par de veces en los últimos años el resultado de que el escogido por el colegio electoral no gana el voto popular, una clara burla a un principio democrático esencial.

La solución sería que los delegados al colegio electoral de cada estado representaran proporcionalmente los votos de cada candidato. Así la composición del colegio electoral sería proporcional a la votación popular. Una solución bloqueada por los intereses de los estados pequeños que deciden la elección porque los grandes se neutralizan entre ellos. En ese contexto un candidato independiente, de opinión, no tiene la menor opción. Así y todo, se puede acabar seleccionando al peor candidato como ha quedado demostrado: tenemos Trump por cuatro años.

Francia, donde se elegirá presidente en tres meses, es todo lo contrario: un país multipartidista, con un régimen entre presidencial y parlamentario donde hay un presidente y un primer ministro, y donde la opinión pública es más fuerte que los partidos políticos. La izquierda en el poder y la derecha buscando obtenerlo están fragmentadas en diversos partidos. Los partidos más organizados Los Republicanos y el Socialista, escogen sus candidatos por consulta popular en dos vueltas, y la elección presidencial misma es también en dos vueltas.

El Frente Nacional de Marine Le Pen, de extrema derecha, quien heredo el pequeño movimiento de su padre, encabeza los sondeos de opinión. La señora Le Pen, tiene asegurado su paso a la segunda vuelta, lo cual refleja las angustias que el terrorismo, la inmigración y la inseguridad laboral crean por doquier. Francois Fillon, candidato de Los Republicanos, de centro derecha, quien se perfilaba rival de Le Pen, ha visto desaparecer su paso a la segunda vuelta por el escándalo del pago a su esposa de una remuneración oficial por un trabajo inexistente. Benoit Hamon, elegido candidato del Socialismo, en el gobierno, hereda una enorme impopularidad que lo relega en las encuestas, y Enmanuel Macron, disidente del socialismo con un movimiento independiente fundado por él, En Marcha, con una agenda moderada, de 38 años casado con una heredera de 58, elegante, apuesto y educado, ha pasado a disputarse la cabeza en las encuestas de intención de voto y le ganaría a la señora Le Pen en la segunda vuelta cuando todos se unirán contra ella. Sería el triunfo de dos movimientos de opinión sobre los partidos. ¿Partidos u opinión, a cuál de las campañas de esos dos países que inspiraron nuestra tradición democrática se parecerá la campaña presidencial de Colombia en el 2018?

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