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El sentido de la realidad

Las épocas electorales hacen que los políticos pierdan un...

5 de abril de 2014 Por: Óscar López Pulecio

Las épocas electorales hacen que los políticos pierdan un poco el sentido de la realidad. Álvaro Uribe Vélez dice que las negociaciones de paz en La Habana tienen como propósito la entrega del país a lo que él denomina Castro-Chavismo. Enrique Peñalosa dice que su alianza es con la ciudadanía y que no hará acuerdos políticos para alcanzar la Presidencia. Juan Manuel Santos, dice que va a ganar la Presidencia en primera vuelta. Marta Lucía Ramírez dice que el Partido Conservador la acompaña unido en su aventura presidencial. Clara López dice que Santos es derrotable por la alianza entre ella y Aída Abella, que representa el renacer de la izquierda colombiana. Óscar Iván Zuluaga dice que su candidatura tiene una tendencia creciente en las encuestas que le asegura pasar a la segunda vuelta y por su puesto la Presidencia. Todos discursos para la galería y ninguno con razón. Suponer que en La Habana se cocina la implantación del Socialismo Siglo XXI para Colombia es una exageración perversa con fines electorales para descalificar un esfuerzo nacional anhelado y legítimo de conseguir la cuota inicial de la paz política que es el silenciamiento de las armas, lo cual obliga a hacer reformas institucionales que si se hubieran hecho antes no hubiera habido conflicto. Suponer que una persona puede llegar a la Presidencia de la República sin hacer acuerdos con las organizaciones políticas, dependiendo sólo del voto de opinión, es la materialización del deseo de que la política no la hagan los políticos. Está demostrado hasta la saciedad que es la manera más segura de perder una elección y de paso sataniza sin necesidad el papel de los partidos políticos en la sociedad y desconoce el hecho tozudo de que un Presidente necesita de un fuerte apoyo parlamentario para poder gobernar.La muy probable segunda vuelta no es la derrota de nadie sino el simple funcionamiento de un mecanismo conveniente cuando hay multipartidismo. Con cinco candidatos presidenciales que se reparten la intención de voto, es matemáticamente complicado que alguien gane en primera vuelta. Para eso fue que se inventó el sistema, de modo que en una segunda vuelta haya coaliciones que le den mayor legitimidad al ganador. Bueno hubiera sido por ejemplo, que el sistema se hubiera aplicado (como sucede en Francia en las elecciones municipales) en la elección del Gustavo Petro como alcalde de Bogotá, con la tercera parte de la votación. Ganar en segunda vuelta no es perder un poco, como sí lo es crear la expectativa de que sería una derrota que no sucediera así. El problema de la próxima elección presidencial colombiana es que no hay con quien hacer alianzas para la segunda vuelta, porque la gran alianza de la Mesa de Unidad Nacional ya está hecha (incluyendo al Partido Conservador). La izquierda ya se unió. Peñalosa no hará alianzas con nadie. Marta Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga son la misma derecha y suman minorías. La izquierda y la derecha no se van a unir. Así que todos hablan para la galería, porque el resultado final está cantado: la reelección presidencial con al apoyo del grueso del mundo político y parte del voto de opinión (que miden las encuestas). El tío Baltasar dice que ese carácter inevitable y deseable a su sentir de la reelección presidencial es lo que produce la impresión de que todos están perdiendo un poco el sentido de la realidad.

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