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Callejón sin salida

Como se supone que el Presidente de la República ha apostado su...

27 de octubre de 2012 Por: Óscar López Pulecio

Como se supone que el Presidente de la República ha apostado su futuro político al resultado del proceso de paz con las Farc, todo el mundo hace especulaciones sobre qué le pasaría si no resulta, cómo repararía el daño, qué temas nuevos incorporaría a su agenda y cómo se afectaría una eventual campaña de reelección, pero casi nadie se pregunta qué les pasaría a las Farc, porque simplemente se da por sentado que una vez pasado el respiro y la publicidad de la negociación, volverían a lo mismo.Pero en realidad, la decisión de las Farc de adelantar negociaciones de paz con el Gobierno es para ellas un camino sin regreso, puesto que el fracaso de esas negociaciones cerraría por muchos años el espacio político que han ganado con la firma del acuerdo previo para la terminación del conflicto, las dejaría en el descampado, a merced de la ofensiva militar que no ha parado un momento y que las tiene replegadas a los sitios más inhóspitos de la geografía y le daría al Estado, cada vez más fuerte y tecnológicamente sofisticado en materia militar, carta blanca para su exterminio final. Así, que para quien de verás la suerte está echada es para ellos.El solo acuerdo previo tan preciso y limitado en sus palabras, indica que las Farc no la tienen todas consigo sobre el futuro de un proyecto político-militar, y exploran cómo serían las condiciones de su incorporación a la actividad política. Ello de por sí es un reconocimiento de que los tiempos han cambiado y que la nueva dirigencia de las Farc, que no es tan joven, al menos comprende que las posibilidades de un grupo guerrillero de alcanzar el poder en un país del tamaño de Colombia, con la dinámica que ha adquirido su economía de mercado y los desarrollos en política social, es un sueño imposible. En una y otra cosa falta mucho por hacer y la inequidad sigue siendo escandalosa, sólo que ha dejado de ser una bandera exclusiva de la subversión y la voluntad de combatirla tiene ahora muchos más dueños en el campo político. En ese contexto no tiene ningún sentido la solicitud de alias Timochenko de hacer un acuerdo para la humanización de la guerra en caso de que las negociaciones fracasen. Lo que sí tendría sentido es hacer ese acuerdo para aclimatar las negociaciones y darles confianza y seriedad, como se ha hecho en otros países en los cuales se han adelantado procesos de negociación en medio de las hostilidades. El expresidente Ernesto Samper, quien ha sido uno de los adalides de la aplicación de Derecho Internacional Humanitario al conflicto colombiano para proteger a la población civil que ha sufrido tanto, ha escrito como fundador de la Fundación Vivamos Humanos, un excelente artículo en el cual menciona los casos de Guatemala, Filipinas e Indonesia donde se hicieron acuerdos humanitarios exitosos durante el proceso de negociación. Y propone el expresidente, cuatro puntos para el caso colombiano, todos de responsabilidad de la Farc, tan sanguinarias: sacar a los niños de la guerra, desminado de los campos, protección de las edificaciones civiles y verdad sobre secuestros y ejecuciones extrajudiciales. Matarse mientras se negocia es otra de esas contradicciones infames de la naturaleza humana, pero para ello se creó precisamente el Derecho Internacional Humanitario y hacer hoy un acuerdo de esa naturaleza en Colombia indicaría que las Farc buscan de verdad una solución al conflicto, no meterse en el callejón sin salida que la historia les tiene deparado si no la consiguen.

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