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Vías, vehículos y peatones

Las recientes ideas planteadas por las autoridades municipales para hacer frente al...

23 de abril de 2016 Por: Ode Farouk Kattan

Las recientes ideas planteadas por las autoridades municipales para hacer frente al caos de movilidad que atormenta a Cali restándole funcionalidad, con efectos nocivos sobre el ‘costo ciudad’, que es parte de la suficiencia y competitividad de sus industrias, comercios y profesiones, reflejan la incompetencia de sus consecutivos administradores para dirigir la ciudad y, es hora de decirlo, convertirlo en tema prioritario.Las noticias nos presentan la euforia económica por el número de nuevos vehículos de todo tipo que se venden pero nadie se apersona del tema de la cabida de ellos en las calles de la ciudad una vez comienzan a moverse en su espacio, con trancones similares a una huelga del transporte.Hemos caído en la farsa del ‘pico y placa’ que consiste en prohibir el tránsito de una parte del parque automotor por ciertas horas presuntamente mientras se arregla el problema de la cabida de vehículos, sin siquiera haber definido qué significa ese arreglo, y menos cómo se está acometiendo.La ciudadanía tiene el derecho de reclamar una movilidad acorde con el plan de vida existente pues los horarios de sus actividades son taxativos por la interrelación que tienen entre ellos, y desbaratar esos horarios, muchos sujetos a ordenamientos legales y coordinaciones mercantiles o serviciales inamovibles, para ajustarlos al problema, tiene un efecto económico, social y anímico que no le es dable a los gobernantes pedir a la ciudadanía, pues son ellos los que tienen que resolver el problema, que no debieron haber permitido formar. Para eso están, no para pedirle a la ciudadanía que se amolde a sus falencias administrativas.Se cometió un error al permitir que la ciudad se expandiera más allá de lo razonable en distancias y estrecheces, convirtiendo a Cali en un pueblo grande con núcleos dispersos y desconcatenados para el manejo de sus actividades normales, con las gentes teniendo que moverse de un sitio lejano a otro igual de lejano y con trancones impredecibles. Esta culpa la comparten la terratenencia urbanizadora de la ciudad y las diversas autoridades cuyas manos no saben la una lo que hace la otra, y además no parece importarles.Las expectativas de que el transporte público -primero la ilusión de un ‘metro’, luego de un tren ligero, para terminar en un sistema de buses articulados, ya motivo de intensa controversia por su mala gestión de puesta en marcha-, iba a servir para sacar vehículos de las calles, y permitir a las personas ir y venir con funcionalidad están próximas a ser declaradas extintas, con frustración también para los peatones que no tienen carro pero que recorren distancias para sus actividades, y que se han convertido en blanco de la ira de motoristas frustrados por el caos.No mas retórica y planes de obras que ya se sabe que no van a hacer sino cambiar el problema de sitio.