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Especial legislación para Pymes

El débil comportamiento de la Ley de Formalización Empresarial y del Primer...

11 de abril de 2012 Por: Ode Farouk Kattan

El débil comportamiento de la Ley de Formalización Empresarial y del Primer Empleo, evidenciado en su escaso resultado en número y calidad de empleo y empresa, adobado por la denuncia de la Dian del incumplimiento de algunas empresas formalizadas con algunas obligaciones fiscales, parafiscales y laborales y su intención de acometer acciones punitivas, demuestran hasta dónde la legislación se equivocó en su análisis de los orígenes del desempleo y la desempresalizacion del país, y la miopía en la implementación de soluciones.En el informe de la Dian se hace claro que el interés de las empresas en formalizarse era ponerse al día en el Registro Mercantil, aprovechando la amnistía para existentes y prebendas para nuevas, para acceder a la ‘cédula de identidad mercantil’, llave de la puerta tramitacional para hacer negocios formales, que por ser una obligación legal no debe tener para los registrados un costo mayor que el que se requiere para su eficiente administración, y proporcional al monto de los negocios que se hacen y a la capacidad de pago del registrado. Así el arancel del Registro debe tener tarifa porcentual uniforme, variando el monto por la magnitud mercantil del registrado, revisada periódicamente por ejercicio costo-beneficio y sus cuentas de conocimiento público, por ser un costo que afecta la competitividad.Los incumplimientos en obligaciones tributarias ponen el dedo en la llaga: la proporcionalidad de las cargas público-administrativas, que le permitan al empresario menor primero, tener ganancias, y segundo, reinvertirlas en el crecimiento del negocio.Colombia ha caído en una aberración cual es la de creer que un empresario pequeño puede responder, sin perder su competitividad, al costo de cumplir una cantidad de requisitos que le quitan tiempo de administración de su principal objetivo: producir y vender.El costo administrativo desproporcionado sobre la masa del negocio hace que el pequeño empresario salga fácilmente del mercado, cosa que es comprobada por la estadística que revela la poca duración de las empresas pequeñas en Colombia, que son el soporte del 90% del empleo y los servicios profesionales. Hay países en los que la mortandad empresarial es repuesta, y con creces, por nuevas empresas. En Colombia ello no está ocurriendo y el nacimiento empresarial se está quedando en la informalidad y el rebusque, cuya utilidad para su supervivencia es el monto de impuestos y paraimpuestos que puedan evadir. Con el mal ejemplo del gobierno dando exenciones como estímulo a grandes negocios, cosa que rompe la moral mercantil. Nunca el pequeño empresario ha querido pagar mal a sus trabajadores pues es más cercano y dependiente de su buena relación con ellos. Pero las limitaciones de planta, los efectos impredictibles en la estabilidad del mercado de arrasadoras políticas macroeconómicas gubernamentales que sufre un pequeño empresario no se pueden manejar con la rigidez del Código Laboral que presupone condiciones laborales idealistas que en la práctica no se dan si las otras condiciones diferentes a la laboral no se conjugan armónicamente. La ley laboral no puede dar lo que la situación real no provee. Resultado: la quiebra del empresario y el desempleo del trabajador, ecuación muy presente en la crisis que vive el mundo.Esta ley requiere, para operar, más que sanciones, un trabajo de modistería normativa para que el traje ‘le quede’ al cuerpo del problema a resolver.