El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Error garrafal

No en otra forma puede calificarse la falta de oportuna y apropiada...

19 de noviembre de 2016 Por: Ode Farouk Kattan

No en otra forma puede calificarse la falta de oportuna y apropiada actuación de los sucesivos gobiernos de Colombia al no estructurar el sistema tributario nacional en tiempos de calma para no tener que hacerlo en tiempos de afugias como la actual situación económica grave, tanto de nuestro país como del mundo. La tormenta perfecta, se dice.Colombia se acostumbró a reaccionar a sus problemas de tesorería al sonido de las campanas de urgencia o de conveniencias puntuales, cosa que ha llevado al país a un desorden tributario, tanto nacional como departamental y municipal.Hoy Colombia evidencia un problema de falta de recursos, especialmente en lo nacional, por no haber diseñado una política fiscal y tributaria ordenada, acompañada por un verdadero crecimiento de la economía productiva, pues la economía fiscal y la productiva son mellizos que tienen que crecer juntos y armonizados. Si la economía productiva crece, ello se encarga de hacer crecer la economía fiscal, lo que nos indica que la afugia fiscal de hoy se debe al descuido de la economía productiva por parte del gobierno, que es el conductor de la sociedad.Los tributos se han diseñado a retazos erráticos, cosa que nos ha llevado, como demostró el informe de los expertos que se nombraron para dar orientaciones, en un caos en el cual hay plata para lo que no se debe pero escasez de ella para lo que sí se debe; obligaciones para unos pero exenciones para otros, todo ello en el marco de una corrupción administrativa rampante que desestimula la obligación tributaria ciudadana.La actual reforma no parece tener un objetivo estructural como se requiere y pregona, sino el de recargar las arcas vaciadas por el mal manejo, tipo lotería, de la frágil bonanza petrolera.Además, algo que pasa de agache es un hecho que la población colombiana ya sufrió una reforma tributaria general soterrada por la sola devaluación del peso de dos mil pesos por dólar a tres mil, cosa que ha afectado al alza todos los precios de lo importado y de lo no importado por efectos reflejos, devaluación de la cual el gobierno se beneficia por el manejo de la tasa cambiaria (derechos de aduana y otras operaciones).El gobierno debió haber dedicado su esfuerzo a ponerle orden a todas las troneras que la misma comisión de expertos desnudó en su informe y que no tienen razón de ser en una verdadera estructura tributaria, que muy bien pueden, si se corrigen, suplir las necesidades inmediatas, en vez de caerle a la población que vive de ingresos reducidos en relación al costo de vida general, que se encarece mas cada día por el efecto de alzas provocadas por el mismo gobierno en minireformas tributarias por decisiones administrativas que cada día suben el precio de cosas o de trámites, que del bolsillo salen.Si el gobierno quiere imprimirle autoridad moral a sus decisiones tributarias, debe primero hacer un ejercicio de economía fiscal y solamente luego de haber adelgazado la administración pública y sus vicios al mínimo, pretender, en otra reforma verdaderamente estructural, llegar a la base poblacional y empresarial.El Congreso debe considerar esta opción antes de aprobar una reforma a todas luces injusta y recesiva.