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Encuestas y estadísticas

Se dice en los medios de negocios, académicos y políticos modernos que la principal herramienta para el éxito es la información. Pero solamente si es cierta.

4 de octubre de 2018 Por: Ode Farouk Kattan

El ser humano, desde la antigüedad, ha querido saber qué le depara el destino, y quién le es leal o desleal, y por y para ello ha acudido a toda clase de artilugios, que valga decir han permitido, mediante la ciencia y la audacia, a veces extensión de la brujería, manejar su entorno, y hasta llegar al espacio sideral, y además volver.

En los tiempos modernos el interés por el destino, y además por lo que está ocurriendo, se ha centrado en diversas formas de averiguarlo, entre ellas las encuestas y las estadísticas, actuales y proyectadas, acompañadas por los famosos informes de situación que emiten diversas entidades de gobierno o centros de análisis y pensamiento.

Y eso esta bien, porque la manera de conseguir información y extrapolarla se ha sofisticado y eso ha ayudado sobremanera a proyectar y realizar expectativas.

Sin embargo, esta herramienta, como todo lo que hace el ser humano, puede ser manipulada para manejar tendencias llegando al engaño de conveniencia.

Este es el caso de las encuestas y de las estadísticas, así como es el caso de los informes de diversa índole (y si no por qué estamos conmemorando el caso de Lehman Brothers y otros adláteres, incluidos sus auditores, y sus consecuencias).

Colombia no se escapa de esta posibilidad y probabilidad de que la información sea manipulada, o simplemente lanzada al garete. E infortunadamente parecemos estar pasando por algo similar, dado el desorden que se evidencia en la información sobre el estado de cosas nacional

Los medios de comunicación a veces reproducen lo que algunas encuestas muestran en los diversos acápites que son la esencia del interés público por conocer “la situación”.

Sus ‘ítems’ son repetitivos con las preguntas respecto a si “estamos mejorando o empeorando” en temas sensibles como el costo de vida, la corrupción, la inseguridad, el desempleo, la economía, la pobreza, los servicios públicos, el transporte, y los encuestadores califican según las respuestas con rayas a color y la calificación en cifras. Esta práctica se aplica también para juzgar el desempeño de mandatarios y personas con influencia en el diario devenir.

Pero al comparar esta información con las estadísticas que publican los entes gubernamentales se notan diferencias que confunden, lo cual conduce a pensar que estas estadísticas se alejan de la realidad, e inclusive se maquillan.

Esto ocurre también con los informes que entidades estatales o influidas por el Estado publican y con los cuales se toman decisiones que afectan la economía en general, siempre en perjuicio de algo o de alguien.

La coyuntura que vive Colombia ya no permite que las informaciones sobre el estado de cosas nacional se separen de la realidad que vive y siente la población, pues ello, a la par que desacreditar al Estado, cosa que no solamente las encuestas sino el talante ya muestran, conduce a crear ánimos antisociales. No olvidemos que la definición de antisocial es una persona que ha sido desdeñada por la sociedad, en cualquier forma, y por ello se antagoniza contra ella.

Se dice en los medios de negocios, académicos y políticos modernos que la principal herramienta para el éxito es la información. Pero solamente si es cierta.