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De reyes, pueblos y ejércitos

Hace dos mil quinientos años mal contados los hebreos redactaron un libro de disciplina llamado el Talmud, como guía del comportamiento social.

8 de octubre de 2019 Por: Ode Farouk Kattan

Hace dos mil quinientos años mal contados los hebreos redactaron un libro de disciplina llamado el Talmud, como guía del comportamiento social.

En una de sus partes dijo: “Ningún rey usará su ejército contra su pueblo. Si lo hiciere dejará de ser su rey”, enseñanza para los reyes de que su función se cifra en adelantar su reinado con sabiduría y no con tropelía.

Las personas que hicieron ese resumen indudablemente se basaron en experiencias pretéritas, o sea que se puede colegir que usar el ejército contra el pueblo era costumbre. La historia está llena de esos episodios.

Una forma de copiar al Talmud ha sido crear la figura del ‘enemigo interno’ que no es otra cosa que una forma de apartar a grupos o personas para mantenerlos marginados y hasta subyugados utilizando a los ejércitos, muy aplicado en las dictaduras.

Se supone que los desarrollos de la republicanidad pondrían fin a estos vicios. Pero los nuevos monarcas de la sociedad, como son los grupos de poder económicos o políticos, han heredado los vicios de los reyes de antaño y no tienen reato en utilizar sus ejércitos, ahora también sus policías, para circunvalar la enseñanza del Talmud y utilizarlos para reprimir a sus pueblos, cayendo en la figura de que por ello dejarían de serlo.

A pesar de que los cánones de la republicanidad, bien descritos en el diccionario de la lengua como la obligación de los mandatarios de conducir a la sociedad por el buen camino y aconductarla en su comportamiento con buenas costumbres, se ven distorsionados por la corrupción, haciendo que el pueblo comience a resentirse, y así los gobernantes empiezan a recostarse en los ejércitos y policías y a llamar a cualquier contrario como el enemigo interno, distorsionando la nacionalidad, con dañinos efectos sobre el comportamiento y la cultura.

Esto está ocurriendo en muchos países, entre ellos, con su tipicidad, Colombia. Con el agravante de que lo está haciendo en la vitrina mundial.

Es un hecho reconocido que el modelo de Gobierno colombiano no está signado por la sabiduría sino por la improvisación y la dejadez, cosa que se refleja en nuestra legislación. Que debiendo ser la piedra angular del modo de ser y de hacer es una colcha de retazos que se presta para cualquier interpretación y choque social.

Una tira cómica del Mago Fedor es un ejemplo de nuestro modo de ser. El escudero del Rey lo informa de que los estudiantes de la universidad se han rebotado en la cafetería porque la comida es muy mala. El rey le dice “mande al ejército” y el escudero le dice “Majestad, tampoco se lo van a comer”.

La moraleja es que si lo que está causando el arrebato es la mala comida, hay que mejorar la comida y no mandar al ejército. Ya alguien se quejó de que en Colombia los problemas no se resuelven con soluciones sino con la expedición de normas inocuas, que cambian un problema por otro o acumulan problemas que luego se le pasan al Ejército o la Policía con el remoquete de la perturbación del orden público.

Colombia tiene que modificar sustancialmente su aproximación a su problemática. El ejemplo del Talmud le cae como anillo al dedo.