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Súper Putin

Vladimir Putin celebró su cumpleaños número veinte como presidente de Rusia con una jugada maestra.

17 de enero de 2020 Por: Muni Jensen

Vladimir Putin celebró su cumpleaños número veinte como presidente de Rusia con una jugada maestra. Mientras muchos especulaban sobre cuál sería su plan de sucesión al dejar el poder en 2024, y mientras se tejían dudas sobre sus posibles reemplazos, él se las arregló para asegurarse un mandato casi vitalicio. La sorpresa se dio el miércoles 15 de enero, cuando Putin anunció el comienzo de un extenso proceso de reforma constitucional, exclusivamente diseñado para perpetuarse en el poder y ahogar políticamente a cualquier rival. Inmediatamente después el mundo se enteró de la renuncia del primer ministro Dmitri Medvédev y todo su equipo su gobierno.

La reforma anunciada aumentaría el poder del Primer Ministro, y a la vez limita la reelección de presidentes y debilita el fuero presidencial. Es fácil adivinar cuál será el cargo futuro al que aspira Putin al nombrar un mando medio en el cargo de Medvédev para que le cuide el puesto. Con esta redistribución de poder, queda prácticamente garantizada su permanencia como figura principal de la política rusa. Si bien la Constitución del país prohíbe una nueva candidatura presidencial de Putin en 2024, nada le impide convertirse en Primer Ministro por tiempo indefinido. Jugada maestra.

El anuncio no llegó por accidente, sino después de varios meses de total hermetismo sobre el futuro y fuertes especulaciones sobre eventuales reemplazos. Según los analistas, con estos cambios y anuncios quedó armado el mecanismo perfecto para que el poder político en Rusia quede en manos de Putin mientras él lo decida. Ni los círculos internos del Kremlin esperaban esta bomba.

La habilidad para soltar esta noticia en medio de dificultades internas es interesante. La aprobación del presidente ruso, siempre entre 70 y 80%, ha decaído. Los paros y manifestaciones callejeras en Moscú son noticia internacional, y la desaceleración económica de los últimos dos años no parece tener fin. Putin, acostumbrado a golpes de opinión y hábil manipulador de los medios, se aseguró de que su anuncio diera la vuelta al mundo. Su meta de convertirse en el principal contrapeso del orden mundial liderado por Estados Unidos es evidente, como es su deseo de ocupar un puesto clave en la mesa de los más poderosos. Aún con una economía debilitada y su popularidad en descenso, ha dado un paso importante en su estrategia a largo plazo.

Habrá Putin para largo y empieza una tercera etapa para este hombre fuerte, una que puede resultar más peligrosa que las anteriores. Tras su transformación durante los últimos veinte años, pasando de mando medio con ideas democráticas a un súper hombre autocrático con enorme concentración de poder, vendrá sin duda un capítulo donde Rusia buscará consolidarse como un súper poder a la par de China, un contrapeso riesgoso para occidente, y un foco de vulnerabilidad para la estabilidad global. El reto ahora será mantenerse en el poder, y navegar la relación comercial, política y de seguridad con los chinos y los americanos.

Vladimir Putin creó esta semana una tormenta a su imagen y semejanza, con él en el centro. Fue un mensaje a varias bandas: a los que creen que lo pueden suceder, a las oligarquías que piensan que mandan, a los disidentes en la calle, y al mundo entero que le auguraba solo cuatro años más. Putin, que fue elegido en año nuevo del cambio de siglo, fue protagonista del primer cambio de mando democrático en la historia de Rusia. Desde entonces, tristemente, se ha dedicado durante veinte años a acabar con la libertad, el consenso, y los valores democráticos de su país.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen