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Nuevos líderes al tablero

El consenso mundial es que estamos rodeados de mandatarios mediocres, ya sea por populistas, corruptos, extremistas, autócratas o simplemente ineptos. Por donde se mire hay presidentes que no...

12 de abril de 2019 Por: Muni Jensen

El consenso mundial es que estamos rodeados de mandatarios mediocres, ya sea por populistas, corruptos, extremistas, autócratas o simplemente ineptos. Por donde se mire hay presidentes que no cumplen ni los mínimos requisitos para gobernar y otros que con muchos títulos carecen de los atributos para inspirar. Otros son carismáticos pero peligrosamente radicales, y los peores son los tibios, que no toman posiciones pero hacen daño. Otros, impresentables. Hay que mirar con mucho detenimiento un mapa del mundo para encontrar los que sobresalgan por su visión y capacidad de movilizar hacia el progreso. Jacinda Arens de Nueva Zelanda tras el ataque contra los musulmanes es un ejemplo admirable. En algunos casos exepcionales se encuentran los moderados, normales, con buenas intenciones y hojas de vida sólidas. Como Iván Duque.

En general las calificaciones presidenciales a nivel mundial son pobres, y el estado del mundo, visto en conjunto, puede parecer descorazonador. Un brochazo por las Américas sirve para ilustrar: de norte a sur, el canadiense Trudeau tan joven y sincero resultó con escándalos de corrupción; México preocupa; Venezuela asusta; Perú no convence; Chile es gris; Ecuador incierto; Bolivia criticado; Paraguay cuestionado y Argentina, azotado por la inflación. Se salvan pocos. En Europa Ángela Merkel, desdibujada, saca la cara mientras Macrón, napoleónico, enfrenta la rabia en la calle. Ni hablar de Italia, Grecia y recientemente España, países donde el desorden político se empieza a parecer entre sí.

Los chinos dominan el mundo sin preocupación alguna por ser democráticos; Putin toma aire y empieza a voltear el viento del poder a su favor; los filipinos se aguantan al dictatorial Duterte y los turcos luchan con las arbitrariedades de Erdogan. Israel reelige a un Netanyahu muy investigado. En los próximos meses habrá elecciones en países enormes como India, Tailandia e Indonesia, y en las urnas se definirá la suerte de 1600 millones de habitantes. A ver qué rumbo les espera.
Las grandes instituciones no parecen tener mejor suerte. En el Banco Mundial desertó sorpresivamente el presidente hace unos meses; la OEA de Almagro está en caos interno; la Unión Europea es blanco de los partidos extremistas. Trump acaba diariamente con la Otan, los periódicos, los acuerdos climáticos y los comerciales y desacredita a cualquiera que lo critique o que le cueste un peso al presupuesto de los Estados Unidos. ¿Se desmorona el orden mundial?

Los pesimistas auguran el fin de la democracia, el dominio de los populistas, de los robots y de los chinos y anuncian un futuro apocalíptico. Quizás no sea tan grave y la crisis actual se deba a un cambio de mando y a un reacomodamiento de las estructuras del poder.

Hay señales alentadoras. Vemos que a medida en que se rompe la confianza con las instituciones, los presidentes y monarcas, aumenta la aprobación de los alcaldes, los emprendedores, y los líderes de opinión. En todos los países empiezan a tomar fuerza otros actores: gobiernos regionales y locales, organizaciones activistas, movimientos pacíficos que trabajan a diario por causas legítimas, que aglutinan fuerzas jóvenes; medios alternativos y públicos nuevos y generan beneficios medibles.

Cada vez hay más empresas que con sus innovaciones y programas sociales tienen más impacto que los paquidérmicos estados; las organizaciones de mujeres, de jóvenes, de emprendedores; grupos contra el racismo, a favor de la igualdad, de la protección del medio ambiente y de la libertad han recogido con éxito los escombros de gobernantes fallidos, y están empezando a crear un mundo diferente, más dinámico y sin duda más esperanzador.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen