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Epidemia de ultraderecha

Europa está enojada. En medio de la rabia y el desencanto por...

30 de abril de 2016 Por: Muni Jensen

Europa está enojada. En medio de la rabia y el desencanto por el lento crecimiento económico, de la falta de solución a la ola de refugiados, del desempleo y de la parálisis de los partidos tradicionales, nace el extremismo. De Finlandia a Grecia brotan y toman fuerza un puñado de partidos extremistas, antiinmigrantes, euroescépticos, racistas y xenófobos que pasaron de ser rebeldes aislados a fuerzas políticas imposibles de ignorar.Las elecciones presidenciales en Austria se han convertido en la muestra más reciente del fenómeno ultraderechista. El candidato que encabeza las encuestas, Norbert Hoffer, es un populista de extrema que hace campaña contra el euro y los inmigrantes. En Alemania las elecciones parlamentarias de marzo fueron un campanazo para la formidable Angela Merkel. En ese país, el extremista AFG (Alternativa para Alemania) se convirtió en la tercera fuerza política con un 24% del voto. Dinamarca, ‘el país más feliz del mundo’ y ejemplo por décadas del éxito del modelo socialista, abre hoy espacio al Movimiento Populista Danés que en 2015 tuvo la mayor votación de su historia, alcanzando 37 de 179 escaños en el parlamento. En Suiza el 30% del poder está en manos de un partido similar, mientras en Italia el movimiento antirumano tiene a un líder colorido y ha mordido un importante pedazo del electorado. Grecia, Hungría, Polonia y Eslovaquia no se quedan atrás. Y ni hablar de Marine Le Pen en Francia y su Frente Nacional, que con una retórica de odio a los inmigrantes y con ganas de desbaratar la Unión Europea ya es un rival potente para el socialista Hollande e incluso para el derechista partido de Sarkozy.¿Hay una primavera de ultraderecha en Europa? Los españoles y los ingleses dirían que no. En ambos países las mayorías políticas están cerca del centro. Pero tampoco, como afirma una nota de la BBC, se deben tratar estos fenómenos como hechos aislados. Son, según la agencia inglesa, “burbujas que están llegando al punto de ebullición”. Malas noticias entonces no solo para los partidos tradicionales de centroizquierda, y centroderecha, sino para las minorías, los extranjeros y los medios de comunicación, que con frecuencia son tratados como amenazas en un modelo extremista.Las causas de este fenómeno son varias y predecibles. En primer lugar, nacen como reacción al fracaso de los partidos tradicionales, al desempleo y el abuso de poder. Los refugiados se vuelven amenaza, y el terrorismo miedo cotidiano. Estos partidos son hijos de la crisis del euro, de la persistente desigualdad, la ineficiencia de los gobiernos de derecha e izquierda, y con frecuencia sus soldados son jóvenes sin trabajo y con escasa educación.Un número creciente de europeos ya no creen ni en Dios ni en sus monarcas. No ven razón para que exista la Unión Europea y se desencantaron de sus políticos. Dudan de los países vecinos y desconfían de los que viven al lado. No creen en los medios, recurren a las redes. En este clima, los llamados carismáticos del balcón de la ultraderecha recogen el pánico al fracaso y lo convierten en discurso de campaña y en proyecto de futuro. Tardan poco en cautivar. La pregunta, no obstante, es si este brote será producto de la suma de factores, o si se ha convertido en una ola irreversible en la que naufragará irremediablemente la Europa moderada.Sigue en Twitter @Muni_Jensen